EDITORIAL
La huelga de docentes
Los profesores de Catalunya iniciaron ayer una huelga de cinco días contra las últimas decisiones del departamento de Educación. Significativamente, a la primera jornada de las movilizaciones se sumaron las direcciones de centros de Lleida, en un gesto unitario inédito, así como los de Barcelona Maresme, el Vallès, Penedès, Girona y Tarragona. La manifestación y paros han sido los más importantes de los últimos años, aunque menos de lo que preveían los sindicatos, lo que se explica tanto por los servicios mínimos dictados como por los 100 euros por día que se descuenta del salario por jornada de huelga.
Hechas estas consideraciones iniciales, cabe pedir tanto a la conselleria como a los docentes que vuelvan a la negociación para llegar a acuerdos que permitan recobrar la normalidad, más necesaria que nunca en las aulas tras los dos duros años de pandemia. Es evidente que el detonante del conflicto es el anuncio unilateral hecho por el conseller Josep Gonzàlez-Cambray de avanzar una semana el curso escolar en septiembre, pero ya había mucho malestar entre los docentes por los constantes cambios e imposiciones del departamento, en un sector muy castigado por los recortes, la masificación y la complejidad multicultural en muchos colegios. Además, en Secundaria el nuevo currículum de la ESO no ha sido consultado ni debatido con los educadores, que no ven con buenos ojos recortes en tecnología o filosofía, por poner solo dos ejemplos.
Educación, por su parte, no solo debe marcar los cambios que crean oportunos para adaptar la enseñanza en Catalunya a los parámetros europeos, sino que es su obligación hacerlo, pero estas mejoras, tanto de contenido como de continente, no pueden, bajo ningún concepto, hacerse sin el consenso de quienes mejor conocen la realidad de sus aulas y quienes más velan y trabajan para formar no solo alumnos con conocimientos, sino personas justas, igualitarias y sociales. Resumirlo todo a que los maestros no quieren trabajar una semana más es simplista para una comunidad que lleva muchos años trabajando con los medios muy ajustados y cambios constantes, tanto programáticos como de alumnado. La única solución es volver la negociación.No contribuir a la psicosis
El miedo es algo muy personal y de la misma manera que durante la pandemia muchas personas se aislaron completamente por temor a contagiarse, ahora sucede tres cuartos de lo mismo con las compras desorbitadas por miedo al desabastecimiento.
Acaparando productos se contribuye a convertir en realidad lo que hasta ahora es solo psicosis infundada y, además, estimula subidas de precios en un momento de incertidumbre por la guerra. Calma.