EDITORIAL
Crímenes de guerra impunes
Cuando parecía que ya nos estábamos acostumbrando a la guerra desatada el 24 de febrero tras la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, las imágenes que están llegando desde el fin de semana de las atrocidades cometidas en ciudades como Bucha nos han despertado de nuestro letargo como si de un puñetazo en el estómago se tratara. Cuerpos sin vida con las manos atadas a la espalda y con heridas de bala en la cabeza son algunas de las pruebas de la masacre que hallaron los ucranianos en la ciudad tras la retirada de las fuerzas rusas el 30 de marzo, a lo que se añade el relato que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, hizo el lunes tras visitar la zona describiendo el hallazgo de cientos de ciudadanos asesinados y torturados con las extremidades cortadas y quemadas, mujeres violadas ante sus hijos y niños masacrados. En definitiva, el horror en toda la extensión de la palabra y que, con un cinismo sin parangón, se empeñan en negar las autoridades rusas afirmando que todo es un montaje, pese a las pruebas irrefutables que aportan diferentes fuentes.
Ante este panorama, el líder ucraniano habló incluso de genocidio y de crímenes de guerra que, por supuesto, no deberían de ningún modo quedar impunes.En su intervención ayer tarde ante las Naciones Unidas, Zelenski reclamó al Consejo de Seguridad de la ONU la expulsión de Rusia o algún tipo de reforma que permita superar el derecho a veto de Moscú y tomar medidas en respuesta a la invasión de su país y detener así la guerra. “Si no hay otra alternativa, la siguiente opción es que se disuelvan”, espetó el presidente ucraniano a los representantes de los quince países que forman el máximo órgano de decisión de la ONU. En un discurso por videoconferencia, el mandatario ucraniano denunció que, “si esto continúa, los países confiarán únicamente en el poder de sus propias fuerzas para asegurar su seguridad y no en la ley internacional o las instituciones internacionales”, señaló un Zelenski visiblemente molesto por la incapacidad del Consejo de Seguridad para tomar decisiones como consecuencia del poder de veto ruso.
Poco después, en este caso en su alocución ante el Congreso de Diputados en el marco de su gira virtual que le ha llevado a intervenir ante una veintena de parlamentos de todo el mundo, reclamó a las empresas españolas que dejen de hacer negocios con Rusia, exigió más sanciones y pidió a Europa que aparque el miedo y ponga “los valores de la democracia por encima del terror de Rusia”. La reprimenda a las Naciones Unidas debería tener respuesta de inmediato para atajar la barbarie a la que estamos asistiendo atónitos. Tiene razón Zelenski cuando dice que, si el máximo organismo mundial es incapaz de hallar soluciones, lo mejor es que se disuelva.