EDITORIAL
La extrema derecha ya gobierna en España
El primer pacto de gobierno en una comunidad autónoma española entre el PP y Vox hizo que ayer Alfonso Fernández Mañueco revalidara su cargo como presidente de Castilla y León tres meses y medio después de que rompiese con Cs y anunciase elecciones anticipadas. Los discursos del mismo día de la investidura hacen presumir una legislatura, como mínimo, complicada ante un programa de gobierno impreciso, con muchas ideas y pocas certezas, y sin presupuesto. Mañueco asumió ayer las tesis de Vox sobre la Memoria Histórica, que su vicepresidente asegura que se sustituirá por uno de “concordia”.
El presidente también prometió que la ley contra la violencia de género prevalecería más allá de esa normativa de “violencia intrafamiliar” acordada con Vox, mientras que la formación de Santiago Abascal sigue rechazando el concepto de violencia de género o machista. De momento, el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, eludió asistir al acto de investidura porque le será muy complicado mantener su discurso de moderación centrista con una mano, mientras permite que su partido gobierne, por primera vez en la España democrática, con la extrema derecha. Mientras, a la vuelta de la esquina, los resultados de la primera vuelta electoral del domingo en Francia nos despertaron ayer con el mejor resultado de la historia de la ultraderecha en una primera vuelta presidencial y con una abstención del 26,2%, cuatro puntos más que en 2017.
Si con esta realidad de nuestros vecinos galos y con el ascenso constante de extremismos de todo tipo en Europa la clase política no reacciona, tendremos un problema muy grave. No se pueden ni se deben limitar las acciones políticas a hacer un cordón sanitario a estos partidos xenófobos, machistas, retrógrados y elitistas, porque si la gente de la calle les vota será que la ciudadanía está harta de palabras huecas que no se transforman en mejoras económicas o sociales. Los partidos de centro y progresistas han de ponerse las pilas y rápidamente porque la guerra en Ucrania y la escalada de precios se están enquistando y Europa, en lugar de avanzar hacia más democracia, más igualdad y más progreso, hace un funambulismo muy peligroso para el cual no hay red.
El asesinato de un taxistaIndependientemente de las circunstancias del crimen de un taxista leridano en La Bordeta en la madrugada del domingo, que deben aclarar los Mossos, el trágico asesinato de Mohamed Ezzeraiga ha de servir al menos para revisar la seguridad de este colectivo, que trabaja sin cámaras, mamparas o botones de seguridad, lo que les deja indefensos ante cualquier tipo de ataque.