EDITORIAL
Bancos de tierras en el llano de Lleida
El banco de tierras de Les Garrigues alcanza ya una oferta de más de 350 hectáreas tras la fusión de las dos entidades que hasta ahora la gestionaban por separado. El consell comarcal, que estrenó este servicio en noviembre, con una oferta que alcanza ahora unas 70 hectáreas de tierra para arrendar, firma esta semana un convenio con la comunidad de regantes del Garrigues Sud, que gestiona un servicio similar con casi 300 hectáreas disponibles para comprar o arrendar. Las dos entidades han decidido unir sus bancos para evitar duplicidades en el servicio y dar más fuerza a una iniciativa que pretende evitar el abandono de tierras y promocionar el relevo generacional en la agricultura.
El banco del consell comarcal es el primer servicio público de esta naturaleza en Lleida. En el sector privado, también existe el de la comunidad del Segarra-Garrigues, que ya ofrece a través del mismo 319,8 hectáreas para alquilar o vender y ha recibido 360 solicitudes. Ambas iniciativas son fundamentales para evitar el abandono de tierras o que fincas que ha costado muchos años y sacrificios poner en regadío acaben concentradas en manos de grandes empresas, lo que resta sostenibilidad y progreso a los municipios de Lleida, que requieren de este y otros muchos proyectos para asentar a su población y dotarlos de los instrumentos necesarios para ganarse la vida.
Todos estos planes necesitan, para ser viables y eficientes, de unos programas de ayudas públicas y de acompañamiento económico para pasar del terreno de las buenas ideas a las realidades concretas, y más en estos tiempos de bajos precios y elevados costes de producción. El cinismo de Putin Las declaraciones del presidente ruso, Vladímir Putin, asegurando que su interés por la invasión de Ucrania persigue fines nobles para ayudar a los habitantes del Donbás son de un cinismo a la altura del propio personaje, que está dispuesto a sacrificar a miles de sus compatriotas y de sus vecinos ucranianos para advertir a la OTAN y a los EEUU de las líneas rojas que se ha marcado en su estrategia geopolítica. Lo execrable de su invasión no convierte en inocentes al resto de actores, porque sabiendo que la OTAN no intervendría militarmente en Ucrania, dado que tal acción podría acarrear una tercera guerra mundial de consecuencias dramáticas, se tendría que haber evitado este baño de sangre anunciado dada la desproporción de ambos ejércitos.
La guerra solo está trayendo nefastas noticias para todos; miles de muertos, millares de refugiados, recesión económica mundial y aumento de la pobreza en el planeta. No es de recibo que los ciudadanos de a pie, sobre todo los más vulnerables, acaben pagando los fracasos de la política y la diplomacia.