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El liberal Emmanuel Macron fue reelegido el domingo, en la segunda vuelta de las presidenciales francesas, y ocupará cinco años más el Palacio del Elíseo y, por tanto, detentará la máxima representación del país vecino. Los resultados de la contienda fueron más o menos los previstos aunque con una abstención inquietante, que superó el 27 por ciento del censo, la más alta de los últimos 60 años. Como de todos es sabido, en esta segunda vuelta, Macron, que logró el 58,7% de los votos, lidió con la ultraderechista Marine Le Pen, quien jugó muy bien sus cartas y sumó el nada desdeñable 41,4% de sufragios, todo un récord para el partido ultraderechista que representa.

Así, según diferentes analistas políticos, Le Pen habría incluso recogido los apoyos del 17 por ciento de los votantes del dirigente ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon que, reacios a ayudar a mantener a Macron en la presidencia y sin un candidato acorde con sus expectativas en esta segunda y definitiva vuelta, optaron por aupar a la ultraderechista, quien centró su campaña en temas que entiende cualquier ciudadano de a pie, especialmente los relacionados con la pérdida de poder adquisitivo, y que calaron hondo en las zonas francesas con especiales dificultades económicas. Sus resultados suponen un nuevo paso en la estrategia de “desdemonización” (en francés dédiabolisation) del partido lepenista, iniciada en 2011 cuando tomó el control del Frente Nacional (que se convirtió en Agrupación Nacional en 2018). En definitiva, un avance importante y alarmante que podría convertirse en un preámbulo de lo que puede suceder en otros países, donde los movimientos populistas de extrema derecha van ganando terreno a pasos agigantados.

Sin embargo, y de momento, la reelección de Macron da un balón de oxígeno durante cinco años más a la Unión Europea para consolidar la solidez del bloque, en un momento geopolítico incierto y con la guerra de Rusia contra Ucrania en pleno apogeo. No obstante, el reelegido presidente galo aún tendrá que esperar a las elecciones legislativas francesas de junio para saber si puede respirar a pleno pulmón, y el resto de Europa también.Hoy será un gran día

La Llotja de Lleida acogerá hoy el preestreno de la película de Carla Simón Alcarràs, reconocida ni más ni menos que con el Oso de Oro del Festival de Berlín. Será una jornada especial porque el film supone un sentido homenaje a una sociedad que, vinculada al campo, va languideciendo y, por tanto, la película puede y debe suponer una inyección de orgullo y autoestima para el mundo rural y más en una temporada que será especialmente aciaga tras las heladas de comienzos de mes.

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