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Serán muchos los que recordarán que, ya entrado el siglo XXI, concretamente en 2008, el diseñador pallarés Custo Dalmau eligió el imponente marco de la Seu Vella para dar a conocer en primicia una de sus colecciones de moda ante cerca de 2.000 personas y con un impacto social que fue mucho más allá de las fronteras del Segrià. Este evento, junto con algunos otros especialmente deportivos y que se pueden contar con los dedos de una mano en los últimos años, supusieron un reconocimiento de la ciudad y, a la vez, una fuerte descarga de autoestima que solo se da en escasísimas ocasiones. Y uno de estos pocos casos se produjo ayer con el preestreno mundial de la película Alcarràs, dirigida por la catalana Carla Simón y que le valió en febrero el Oso de Oro del Festival de Berlín, uno de los galardones más preciados en el mundo del cine.

Desde hacía días, con la cuenta atrás de cara a la presentación del film, ya se notaba en el ambiente un optimismo y satisfacción, por desgracia no muy habituales. Quien más quien menos conoce a alguno de los actores no profesionales que protagonizan Alcarràs y que son originarios de diferentes poblaciones de las comarcas del llano de Lleida; quien más quien menos sabrá localizar los exteriores que han servido de escenario del film e, igualmente, pocos serán quienes no se sientan representados o bien conozcan a alguien que viva una situación similar a la que cuenta la línea narrativa del guion.Todo ello hizo que buena parte de los casi mil invitados que asistieron al preestreno en La Llotja, con autoridades como el president de la Generalitat o el ministro de Cultura al frente, se mostraran emocionados después de ver la proyección por la proximidad y el crudo realismo que traspúa la película de Carla Simón. Porque no se trata solo de un producto cinematográfico, que por supuesto lo es y de gran calidad como así ya lo está reconociendo la crítica.

Es una visión particular de una realidad muy próxima, con un campo que agoniza, que lucha por unos precios justos y que clama por conseguir una pervivencia que no solo es necesaria para quienes trabajan en el primer sector sino que es imprescindible para todos. Carla Simón, por sus vínculos con la población que da nombre a la película, ha sabido plasmar fielmente esta realidad y ello debe ayudar a lograr visibilizar las dificultades que atraviesa el sector primario, en un año que será especialmente duro tras las pésimas consecuencias que comportarán las últimas heladas que el pedrisco terminó de agravar hace solo unos días. Esperemos que la película dé sus frutos de todo tipo pero, de momento, solo podemos dar las gracias a Carla Simón por el homenaje que ha rendido a Ponent y, por supuesto, mostrar nuestro orgullo porque Alcarràs nos promocione a nivel internacional.

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