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Lo mejor que podría pasar con los días internacionales, como el 1 de Mayo que es el Día de los Trabajadores, es que desaparecieran porque significaría que la problemática a la que están dedicados habría tocado a su fin. Por desgracia, este tipo de conmemoraciones, como por ejemplo también la que reivindica la erradicación de la violencia contra las mujeres u otras igualmente reivindicativas, deben seguirse celebrando porque los colectivos a los que atañen siguen sufriendo desigualdades y necesitando hacer visible su problemática. Es por ello que el Día de los Trabajadores mantiene su vigencia y quizá cobra más protagonismo que otros años.

Si parecía que ya nos recuperábamos de los letales efectos de la pandemia de la Covid, tanto humanos como económicos, llegó en febrero la invasión de Ucrania por parte de Rusia, ralentizando la mejoría que se vislumbraba. En el caso de Lleida, con el sector agrario como protagonista, solo faltaban las devastadoras consecuencias de las heladas de las últimas semanas, a las que se sumó el granizo de hace unos días para ver como uno de los principales sistemas productivos de Ponent vuelve a padecer graves pérdidas. Además, todo ello ha conllevado a un desfase total ya que los precios en el último año han subido seis veces más que los salarios, con lo que el poder adquisitivo de los leridanos, que ganan anualmente casi 3.400 euros menos que la media catalana, se ha resentido gravemente.

Si a esto le sumamos que, pese a una cierta mejoría, hay todavía 3.700 familias con todos sus integrantes en el paro, queda claro que siguen siendo necesarias las reivindicaciones de los trabajadores, pese a la indudable pero lenta mejoría que se experimenta a nivel laboral acercándose a niveles de prepandemia. La manifestación celebrada ayer en Lleida, así como en otras muchas ciudades de todo el mundo, reclamaba una subida de salarios, contención de precios y el fin de las desigualdades. Estos objetivos deberían ser innegociables y patronales y administraciones están obligados a hacer lo necesario para que se puedan conseguir.

La Covid, aún presenteEs indudable que hemos dejado atrás las peores consecuencias de la pandemia, pero la Covid sigue presente en nuestras vidas y seguramente será así durante años. La cifra de ingresados en hospitales baja de forma paulatina, pero los contagios, sin las trágicas consecuencias de las primeras oleadas, están aumentando considerablemente en las últimas semanas, especialmente entre los mayores de 60 años. Es por ello que, pese al fin de la mayoría de restricciones, debe seguir imperando el sentido común y, por tanto, está en nuestras manos evitar situaciones de riesgo.

Mejor no bajar la guardia tanto por nuestra salud como por la de los que nos rodean.

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