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Hace años que el Gobierno central se compromete a invertir en Catalunya grandes cantidades de recursos que siempre superan a los que teóricamente van a Madrid, si bien cuando de verdad se deben ejecutar esas inversiones no solo no se cumplen, sino que se hace justo lo contrario. El 2021 no solo no fue una excepción, sino que fue el ejercicio en el que se dio de forma más acentuada esa tendencia histórica de convertir en papel mojado el presupuesto que cada año se negocia con grupos como ERC. La inversión real en Madrid el año pasado (2.086 millones) fue casi el triple de la de Catalunya (740 millones), y eso que en los presupuestos aprobados por el Gobierno de coalición PSOE-Podemos se comprometieron a gastar más en la comunidad catalana.

Esas cifras son el resultado de una ejecución en Catalunya anormalmente baja (del 35,7%) frente a una del 184,3% en Madrid. En Catalunya, seis euros de cada diez comprometidos en 2021 nunca llegaron. En cambio, en Madrid no solo llegaron esos diez euros, sino que vinieron acompañados de ocho extra de regalo.

Fuentes de Hacienda explicaron que la fuerte inversión en Madrid es por el rescate de las autopistas de peaje radiales de la capital, pero, si miramos partida por partida, comprobamos que esta apreciación es más una excusa que una realidad. Según los datos recopilados por la Cambra de Comerç de Barcelona, la inversión ejecutada en Catalunya en el segundo año de la pandemia es la más baja desde 2016. En cambio, en el caso de Madrid es la más alta de la serie histórica.

Adif y Renfe van a la cola en cumplimientos, lo que evidentemente tiene una traslación muy negativa en las comarcas de Lleida, donde las líneas de la costa y Manresa viven una situación de precariedad desde hace décadas. Por no hablar de las endémicas deficiencias en las infraestructuras y arterias principales que dependen del Estado. Lamentable y muy decepcionante para una etapa de un muy anunciado diálogo y mayor inversión que nunca termina de llegar.

Juegos de Invierno

El COE está harto de intentar mediar en la candidatura unitaria entre Catalunya y Aragón ante el bloqueo del presidente de la DGA, Javier Lambán, y está dispuesto a que ambos gobiernos puedan optar en solitario a acoger los Juegos de Invierno de 2030. Es evidente que la propuesta catalana parte con ventaja, tanto por el polo de atracción de Barcelona y su ya demostrada capacidad de organizar unos Juegos, como por su proyecto técnico, valorado ya como excelente por el propio COE, pero la idea inicial de promocionar los Pirineos en su conjunto era buena y mucho nos tememos que esta salida por la tangente retrasará todos los planes y terminará por no cuajar.

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