EDITORIAL
La sanidad pública en Lleida
Nadie, absolutamente nadie, duda de que la sanidad pública tiene los mejores médicos y avances tecnológicos para afrontar cualquier enfermedad o reto de la salud colectiva. En la pandemia del coronavirus hemos tenido un claro ejemplo de ello, tanto por asistencia con los recursos mínimos disponibles ante el aluvión de casos acumulados en pocos días, como por la eficacia de los tratamientos y vacunas en cuanto se dispusieron de ellos. Pero del mismo modo que la gran mayoría de ciudadanos estarían de acuerdo con estas premisas, la misma proporción cree que los recortes sanitarios aplicados en la crisis del 2008 y algunas privatizaciones, que ya se habían impulsado antes, han lastrado la sanidad pública, tanto a nivel hospitalario como en los CAP e incluso ambulatorios de los pueblos.
Salud lleva tiempo intentando revertir esta situación, pero sin los recursos económicos es muy complicado completar el indiscutible liderazgo médico con el asistencial. La fuga de médicos y enfermeras es un claro ejemplo de ello e incluso servicios complementarios como la comodidad de los acompañantes o la misma ausencia de wifi en los hospitales ponen en evidencia lo mucho que queda por mejorar en un camino de excelencia que se quedó a medias. Lleida tiene muchas necesidades para intentar dejar de ser el cul-de-sac histórico de Catalunya, pero la sanidad, la educación y las infraestructuras deben tener prioridad absoluta.Mejora en la A-2El ministerio de Transportes ha sacado a concurso obras para rehabilitar la A-2 a su paso por la Segarra y rehacer el carril derecho, cuyo grave deterioro hace que numerosos conductores eviten circular por él.
Los trabajos tienen un presupuesto de unos 11 millones de euros y está previsto que duren cuatro años. Abarcarán un tramo de unos ocho kilómetros que incluye la variante de Cervera y los tramos de calzada a ambos extremos de ella. Las obras en la A-2 en la Segarra y entre Alpicat y Soses se plantean en plena polémica por la escasa ejecución de los presupuestos del Estado.
En Catalunya solo se ejecutó un 35,8% de lo presupuestado el año pasado, mientras que en Lleida numerosas partidas pasan de un año a otro sin ejecutar. Esta situación contrasta con la inversión estatal en la comunidad de Madrid, que fue del 184% de lo previsto el año pasado. Resulta muy gravoso, sobre todo para comarcas periféricas o de montaña como las nuestras, tener que mendigar la ejecución de unos trabajos aprobados y bendecidos que son vitales para el progreso y el asentamiento en el mundo rural de miles de leridanos.
Algunos proyectos, como el Eix Pirinenc, por poner solo un ejemplo, llevan décadas sin apenas avances.