EDITORIAL
Adiós a la opción de los Juegos en el Pirineo
El presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, tiene previsto certificar esta tarde que no habrá ninguna candidatura a los Juegos de Invierno 2030, ni de Catalunya, ni de Aragón, ni conjunta. Certificará así un fracaso anunciado desde hace semanas, cuando saltó por los aires el acuerdo inicial alcanzado por representantes del COE, de Catalunya, de Aragón y del ministerio de Cultura y Deportes para optar a esta cita olímpica. Ahora no habrá vuelta atrás, porque ningún gobierno, ni autonómico ni estatal, puede presentar una candidatura olímpica, competencia que recae en el COE.
Inmediatamente después de que trascendiera esta noticia, se avivó el cruce de reproches políticos, en la línea de lo sucedido en los últimos días. Los partidos que gobiernan en la Generalitat, ERC y Junts, culparon del fracaso al gobierno aragonés y a su presidente, el socialista Javier Lambán, y a la vez acusaron al Gobierno central de haberse plegado a las presiones de este. Por su parte, el alcalde de Zaragoza, del PP, exigió responsabilidades, mientras el PSC elogió a Blanco y evitó pronunciarse sobre Lambán, quien por su parte se limitó a indicar que no dirá nada hasta que hoy haya una decisión oficial.
Pero más allá de la posición y opinión de cada partido y gobierno hay hechos. Uno de ellos, fundamental para explicar por qué hemos llegado a este punto, es que fue el gobierno aragonés el que rompió el acuerdo para la candidatura después de que sus propios técnicos lo hubieran suscrito. No se trata solo de una versión dada por las otras tres partes que participaron en las reuniones, sino que grabaciones de las mismas que han salido a la luz pública ratifican que fue así.
Además, uno de los principales argumentos que dio Lambán para romper este pacto fue que era “irrenunciable” que los tres valles pirenaicos aragoneses acogieran pruebas olímpicas, cuando en Catalunya no había ninguna ni en el Alt Urgell ni en el Pallars Sobirà. Habrá que ver si, como se apuntaba ayer, Blanco deja la puerta abierta a una candidatura exclusivamente catalana en 2034, pero en todo caso supondría que habrá que volver a empezar los trámites, cuando además el propio COE ha eludido esta alternativa para 2030, a pesar de que había una base para ello. Lo que está claro es que el Pirineo se queda sin la oportunidad de tener un gran escaparate para proyectarse a todo el planeta, con lo que esto conlleva.
Y, a nivel más local, es indudable que unos Juegos Olímpicos habrían ayudado a acometer inversiones básicas que están pendientes desde hace mucho tiempo. Los opositores a la candidatura tienen razón cuando dicen que estas deben hacerse sin necesidad de que estén pensadas y supeditadas a este gran evento deportivo, pero nunca está de más que haya un acicate. Como dijo ayer el presidente de la Federación de Hostelería de Lleida, Josep Castellarnau, el Pirineo pierde una ocasión única.