EDITORIAL
Ahorro energético y la guerra
Siete días. Es el plazo que desde hoy tienen locales y edificios para adaptarse al plan de ahorro energético aprobado el lunes por el Gobierno y que se publicó ayer en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El texto no incluye las sanciones que tendrán que afrontar aquellos que incumplan medidas como el límite de climatización o los cierres obligatorios en las puertas para evitar el despilfarro energético.
Sin embargo, fuentes del ministerio de Industria explicaron que el régimen sancionador a aplicar será el actualmente vigente por incumplimiento del RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios) y que van de los 60.000 euros si son infracciones leves y las graves tendrán que hacer frente a una sanción de hasta seis millones de euros, mientras que las muy graves podrían ascender a los cien millones de euros. Un plan ni pactado ni dialogado con las comunidades autónomas, que son las que deberán aplicarlo, y al que Madrid ya ha dicho no. Las consecuencias de la guerra de Ucrania se empiezan a notar también en las cifras del paro dadas a conocer ayer (Lleida es de las pocas excepciones), en un clima de incertidumbre económica que en nada beneficia ni a los empresarios ni a las familias.
Unos efectos del belicismo tras la invasión rusa que ni Europa, ni EEUU ni OTAN ni la ONU han sabido o querido parar y cuyos daños pagaremos todos. Resulta desalentador que tras la crisis de la Covid la diplomacia mundial siga sin encontrar una salida dialogada y democrática a las ínfulas dictatoriales de Vladímir Putin.
Marihuana en aumentoLos Mossos llevan meses, años nos atreveríamos a afirmar, decomisando, desmantelando e investigando centenares de casos de plantaciones de marihuana en medio de campos de cultivo, naves industriales, bajos e incluso casas de poblaciones de Lleida.
Nuestras comarcas en particular y Catalunya en general se han convertido en productores de esta droga, lo que ha conllevado un aumento de los cárteles que operan en Ponent y de la delincuencia ligada a la misma. Detrás de este inmenso negocio están muchos delitos que ocupan las páginas de sucesos desde hace años, como el asesinato de un hombre en Les Borges no hace mucho, a la explosión de este lunes mismo en un piso del Secà de Sant Pere. La policía catalana destina muchos agentes, operativos y esfuerzos a intentar diezmar estas crecientes explotaciones de maría en Lleida pero está claro que su solución no solo pasa por la acción policial, sino por un replanteamiento general del amplio mundo de las drogas, su control, distribución y sus calificaciones penales.
El problema hace tiempo que lo tenemos sobre la mesa y hay que abordarlo.