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Han pasado ya 5 años de aquellos tres fatídicos días de agosto que sembraron el terror en Alcanar, Barcelona y Cambrils. El 16 agosto por la noche, una explosión en un chalet de la primera población –donde la célula preparaba los atentados y guardaba un centenar de bombonas de butano, precursores de explosivos, metralla, granadas artesanales y un cinturón bomba– precipitó los ataques improvisados del día siguiente. Así, el día 17, minutos antes de las 17.00 horas, Younes Abouyaaqoub al volante de una furgoneta emprendió un viaje sangriento por Les Rambles de Barcelona conduciendo en zigzag para arrollar a los peatones desde la plaza Catalunya hasta la altura del Liceu, asesinando a 14 personas.

Unas horas más tarde, a la una de la madrugada del 18 de agosto, en Cambrils, otros cinco miembros de la cédula atropellaron a seis personas, entre ellos una mossa, matando a una mujer. En total, la masacre que sumió en el terror a toda España se cobró 16 vidas y la sentencia del caso reconoce a 355 víctimas de los hechos por heridas físicas o daños psicológicos, pero a día de hoy la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo (Uavat) todavía no ha logrado contactar con unas 250 de ellas para comunicarles que la sentencia les ha reconocido como tales. Y en un día como hoy son las víctimas, tanto los fallecidos como quienes vivieron en primera persona la tragedia y siguen padeciendo secuelas, a las que debemos recordar y homenajear, dejando de lado divisiones políticas y cruces de acusaciones de todo tipo.

Precisamente la presidenta de Uavat, Sara Bosch, recordaba el lunes que los afectados por los ataques padecen “un sufrimiento silencioso continuado” y más en fechas en que se cumplen los aniversarios, que es cuando más vulnerables e inseguras se vuelven, y denunció la desatención por parte de las administraciones. Así, es de esperar que en los diferentes actos convocados para hoy, con ofrendas y protestas de signos contrarios, quede claro que son los afectados y sus familias los protagonistas, obviando intereses ajenos a la tragedia.Insulto a la inteligenciaEl Gobierno de Irán, en unas declaraciones que pueden calificarse de cínicas y repugnantes, culpó al escritor Salman Rushdie del ataque que sufrió el viernes por insultar a 1.500 millones de musulmanes y rechazó lazos con el atacante. “No consideramos a nadie más que a él (Rushdie) y a sus seguidores dignos de culpa e incluso de condena”, dijo en rueda de prensa un portavoz del ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.

Acusar a la víctima solo refleja el maquiavelismo de un régimen que dista mucho de poder ser considerado democrático.

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