EDITORIAL
Nueva reforma de las pensiones
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, aseguró ayer que en septiembre presentará a los agentes sociales la propuesta del Gobierno para reformar el periodo de cómputo de las pensiones. Es una de las reformas comprometidas con la Comisión Europea para recibir los fondos de recuperación y el Gobierno deberá de nuevo negociar con la patronal CEOE y los sindicatos UGT y CCOO. El periodo de cotización es el que se utiliza para calcular la pensión de jubilación y el Gobierno baraja una serie de reformas, entre ellas ampliar el número de años a tener en cuenta para el cálculo, permitir descartar los peores ejercicios del trabajador o cubrir de alguna manera las lagunas de cotización.
El ministerio estima que un 30% de los trabajadores “ya no tiene esas carreras laborales lineales que iban de menos a más” y se deben reflejar las nuevas realidades del mercado de trabajo en la normativa. El número de años de cotización considerados para el cálculo de la pensión se ha ido incrementando progresivamente en las últimas décadas. Desde enero de 2022 se utilizan para el cómputo los últimos 25 años de cotización como consecuencia de la última reforma del sistema de pensiones de 2011.
Habrá que esperar para conocer los detalles y la letra pequeña de esta reforma que debe, ante todo, respetar los derechos adquiridos por los trabajadores durante su vida laboral y que en ningún caso se pueden recortar las prestaciones de jubilación ya cotizadas.
Los mínimos de RialbAdministración hidráulica y regantes aseguran que los riegos pendientes del Canal d’Urgell están garantizados pese a que Rialb esté en estos momentos a menos de un 8% de su capacidad, algo que no ocurría desde el 2008. Esta escasez de agua ha obligado ya a parar la central hidroeléctrica y evidentemente está condicionando las actividades deportivas y de ocio del pantano de cola y puede complicar el abastecimiento de agua de boca de decenas de municipios.
La situación no es todavía alarmante porque la temporada de lluvias de otoño debe facilitar la recuperación de las reservas en la cuenca del Segre y las del Ebro, pero evidentemente es una señal del cambio climático que debemos tener en cuenta de inmediato para que nuestro medio de vida agroalimentario y nuestro progreso no esté en riesgo en los próximos años y décadas, porque la meteorología de este año es una evidencia de que debemos adaptar muchas de nuestras costumbres a estas modificaciones, lentas pero inexorables, de los recursos hídricos. La modernización de los riegos ya no es un proyecto de ahorro de futuro, es una necesidad innegociable del presente.