EDITORIAL
El Aquelarre renace tras la pandemia
No descubriremos nada a nadie si afirmamos con total rotundidad que Cervera es una de las capitales de Ponent que más y mejor cuida su vertiente cultural. Y esta potencia artística no proviene siempre y solo del apoyo que los diferentes ayuntamientos han ido dando a las iniciativas populares, sino que en gran parte proviene de las diferentes inquietudes de sus vecinos que reciben, eso es indispensable, el apoyo de las diferentes instituciones, comenzando por la Paeria de la capital de la Segarra. Y de este binomio de iniciativas personales con apoyo colectivo nació en 1978 el Aquelarre, idea de la asamblea de jóvenes que querían una fiesta desvinculada de las tantas religiosas que existen en el calendario y que divulgaría la historia del carreró de les bruixes de esta localidad.
Y así hasta hoy, en que este encuentro mágico que mezcla fuego, música y tradiciones ancestrales se ha convertido en una de las fiestas obligadas y más multitudinarias de Ponent y Catalunya entera. Esta vez, superado el horror de la pandemia que obligó a suspenderlo el primer año y celebrarlo con muchas restricciones y precauciones en 2021, el Aquelarre ha vuelto a brillar como siempre, más si cabe. Un espectáculo excelente que gustó mucho a las más de 30.000 personas que participaron de la fiesta por cómo explicaba perfectamente el renacer al que nos hemos visto obligados todos tras estos dos años de recogimiento obligatorio.
Un año sin peaje
Los peajes de la AP-2 se levantaron el 1 de septiembre del año pasado y desde entonces el tráfico en la autopista no ha parado de crecer. De hecho, según los últimos datos, la cifra de vehículos se ha casi doblado a su paso por Lleida, hasta llegar a los 18.231 al día. Este jueves se cumplirá un año del fin de la concesión y el Estado ya prepara el plan para implantar nuevas formas de pago para los usuarios, tanto en las autopistas que han quedado libres de peaje como en las autovías.
Poco va a durar la alegría entre los usuarios habituales de la AP-2, tanto transportistas como particulares, porque para el 2024 como máximo todo apunta a que tendremos unos nuevos peajes y esta vez para todas las vías rápidas. No vamos a hurgar en el pasado ni en el porqué mientras los catalanes llevan décadas teniendo que rascarse los bolsillos para usar las principales vías de comunicación, ahora, que acaban las concesiones, deberán volver a pagar para financiar las carreteras que ya han sufragado con creces, pero sí pediríamos que en la aplicación de las nuevas fórmulas de pago que se implantarán se tengan en cuenta estos agravios históricos que hacen que todavía, a día de hoy, ni las nacionales a Tarragona o Aran estén desdobladas.