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Evidentemente faltan todavía muchos escalones pera ver a Carla Simón en la alfombra roja de la ceremonia de los Oscar, y un peldaño final para que pueda recoger la dorada estatuilla que reconocería a su película Alcarràs como la mejor del mundo de habla no inglesa, pero la alegría de ayer ya es monumental. La Academia española escogió este film sobre la problemática del mundo rural y las dificultades que tienen las pequeñas explotaciones agrarias para ganarse la vida como candidata a representar al cine español en Hollywood. En diciembre sabremos si está entre las 15 preseleccionadas por los académicos norteamericanos para pasar a la final y el 24 de enero se harán públicas las cinco mejores películas que aspirarán al Oscar a mejor film internacional, en una ceremonia que se celebrará el 12 de marzo.

Carla Simón ya representó al cine español con su maravillosa ópera prima Estiu 1993 pero en aquella ocasión no estuvo entre las preseleccionadas por la meca del cine mundial. Pero las opciones de Alcarràs son ahora muchas más que entonces. Primero porque viene avalada por el Oso de Oro de la Berlinale, que no es poca cosa.

Segundo porque ya se han enamorado de la familia Solé 400.000 espectadores de todo el estado y ahora, que ya está en plataformas, lo harán otras muchas de todo el mundo y, tercero, porque los problemas de esta familia del Baix Segre son universales, tanto por la crisis de precios agroganaderos de las pequeñas granjas o explotaciones agrícolas, como por la presión que las grandes empresas, de este sector o de otros, ejercen sobre los payeses o ganaderos. Si a esto le añadimos la sensibilidad sublime que tiene Carla Simón para retratar relaciones familiares y personales, que los actores son totalmente amateurs y que el film está rodado en catalán, el Oscar estaría asegurado. Es evidente que no es tan fácil y que a buen seguro otros muchos cineastas de otros países presentarán obras de mucha calidad y con problemáticas o sensibilidades diversas y aplaudibles, pero lo que es seguro es que esta película forma ya parte de la historia de Lleida y del cine catalán con letras mayúsculas y que todo lo que venga a partir de ahora será solo la guinda del pastel.

Vergüenza ajena

Todos los partidos políticos tienen algún cadáver bajo la alfombra y su financiación y la corrupción sistémica han campado con demasiada facilidad en la política española de los últimos 40 años. Ahora bien, la vida disoluta a costa del dinero de todos los españoles que ha llevado el rey emérito con total inviolabilidad, tal y como se muestra sin la autocensura acostumbrada hasta ahora en el documental Salvar al Rey, es como mínimo de vergüenza ajena.

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