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La teoría nos la sabemos. La amenaza del cambio climático ha acelerado la necesidad de reducir emisiones y sustituir los combustibles fósiles por energías limpias y 2030 se marcó en rojo en el calendario como una fecha razonable en la que los países ricos ya habrían avanzado en su particular revolución verde. Pero lo cierto es que faltan solo ocho años para que ese futuro sea presente y estamos muy lejos de la meta.

Ante esta situación, parece incomprensible que el 70% de la energía renovable prevista hace un año en las comarcas de Lleida esté en vía muerta. En septiembre de 2021 llegaron a la mesa de la Generalitat los proyectos de 117 centrales solares y 42 eólicas que sumaban 3.875 MW de potencia, más que las nucleares de Ascó y Vandellòs juntas. Un mes después, casi todas estas iniciativas se vieron paralizadas por un decreto ley que exigía volver a tramitar desde cero cada uno de los proyectos bajo nuevas normas, como informar a los ayuntamientos y obtener acuerdos con el territorio afectado.

Esta criba hizo que solo se retomasen 43 plantas fotovoltaicas y seis parques eólicos que suman 1.126 MW. En el último año, la Generalitat solo ha autorizado nueve pequeñas centrales solares que apenas suman 15 MW y ni un solo molino de viento. La otra cara de la moneda es el autoconsumo, con más de dos mil instalaciones de paneles solares que ya funcionan en la demarcación, según datos del Institut Català de l’Energia.

Son más del doble del año pasado y suman más de 23 megavatios (MW) de potencia, de los cuales 2,6 corresponden a las 303 instalaciones de paneles fotovoltaicos desplegados en la ciudad de Lleida.Catalunya pierde el tren de las renovables en favor de comunidades autónomas como la vecina Aragón, que en 2021 superó los 19 millones de megavatios hora (MW/h), lo que representa el 7,3% de la producción total del Estado y el 14% de toda la renovable. Las instituciones tienen que hacer una apuesta clara y firme por un modelo energético sostenible y no trasladar la presión a los particulares.

¿Por qué no hay libros?

La fusión de las dos grandes distribuidoras de libros en catalán, Àgora y Les Punxes, para convertirse en la firma EntreDos, ha tenido unas consecuencias inesperadas.

Un error informático ha dejado sin distribución la gran mayoría de novedades publicadas en septiembre, con motivo de la Setmana del Llibre en Català, así como los libros de fondo que son lecturas obligatorias en institutos y universidades. Un drama para libreros, editores y autores que se cuantifica en millones de euros. Un mazazo para el sector cultural.

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