EDITORIAL
El sector primario y su futuro en Lleida
El primer congreso sobre Bioeconomía, Innovación y Tecnología (BIT), organizado por la Generalitat, Fira de Lleida y el ayuntamiento de Vic con el apoyo de la Paeria, la Diputación, la Universitat de Lleida (UdL) y las Cámaras de Comercio de Lleida y Tàrrega que se ha celebrado en el marco de Sant Miquel, ha sido un foro de encuentro de expertos en la transformación de residuos del sector primario en nuevos productos y servicios. Una apuesta clara por la innovación y la reconversión indispensable para afrontar los retos del presente y diseñar el futuro de la agroganadería y la alimentación de Lleida. Xavier Flotats, profesor emérito de Ingeniería Ambiental de la Universitat Politècnica de Catalunya, destacó la “calidad extraordinaria” de los proyectos de investigación que se están desarrollando, que sitúan a Catalunya y España a la cabeza, pero alertó de que falta una mayor apuesta de las empresas e incentivos de la administración para convertirlos en realidad y esta es la clave de todo.
En una de las mesas redondas del jueves, El conocimiento: motor de la economía, se expusieron proyectos como la optimización del consumo de agua en la industria cárnica mediante tecnologías de reutilización, la producción de biometano a partir de fango de depuradoras para usarlo como combustible de los autobuses de Barcelona y la recuperación de nutrientes de las aguas residuales para usarlos como fertilizantes. Otro de los proyectos consiste en elaborar biofertilizantes y biogás a partir de subproductos de la producción de aceite de oliva y otro más se centra en recuperar compuestos y agua de las balsas de evaporación de la industria de producción de aceituna de mesa. También la mejora de la eficiencia del uso del carbono en la agricultura, la creación de modelos de negocio agrícola para el reciclaje de nutrientes de granja y la producción textil a partir de materiales de base biológica.
Y así, muchas otras innovaciones de gran futuro si se dispone de los medios para aplicarlos y, evidentemente, la financiación necesaria. Cuando hace más de 150 años se diseñó el Canal d’Urgell muchos fueron los que lo rechazaron por verlo caro, complicado y faraónico. De la visión de los que dijeron sí, vinieron los años más productivos y de progreso del llano de Lleida.
Por tanto, si tenemos el talento y la hoja de ruta, hallemos también convertir en riqueza la bioeconomía. En esta línea, es una excelente idea que todas las instituciones que han impulsado este congreso proyecten ahora la construcción de una gran planta para que centros de investigación y empresas de todo el sur de Europa puedan testear a escala preindustrial nuevos productos elaborados a partir de recursos orgánicos locales (como deyecciones ganaderas o restos vegetales y de poda), que ya han probado antes en el laboratorio. Esperemos que la inestabilidad política no frene esta iniciativa del todo imprescindible.