EDITORIAL
La mujer en el mundo rural
Lejos quedan los tiempos en que la mujer del mundo rural debía escoger entre el matrimonio o la vida religiosa si no quería vivir en el más puro ostracismo social. Historia son también los años en que las únicas profesiones viables para el sexo femenino eran el magisterio, la farmacia, la obstetricia como comadronas, el comercio, el arte del coser como modistas, el servicio en casas pudientes o ejercer de secretarias. Cualquier otro desarrollo profesional estaba vetado a las mujeres en la oscura y larga noche del franquismo, sobre todo en los pueblos.
Y esa norma, socialmente aceptada y de casi obligado cumplimiento, dejó mutilado un sinfín de talentos para cualquier otra actividad durante décadas. Y siendo verdad que en el campo las mujeres siempre han trabajado en los quehaceres de la agricultura y la ganadería, su papel siempre era secundario y en ninguno o pocos casos como responsables de las explotaciones. Con la llegada de la democracia las cosas y los roles comenzaron a cambiar y hoy, con el amparo de las leyes y la lucha feminista, las mujeres están ya presentes en todos los ámbitos laborales, judiciales, sanitarios, empresariales, culturales y deportivos de nuestra sociedad.
El esfuerzo de las que empujaron y lucharon para que esta realidad de igualdad haya sido posible merece un reconocimiento general, sobre todo por parte de las nuevas generaciones, que deben conocer el pasado para valorar el presente. Es evidente que aún queda mucho camino por recorrer, pero las mujeres en el mundo rural ya no tienen ninguna puerta cerrada, y eso es mucho.Lluís Companys i Jové
Desde aquel 14 de abril de 1931 en que bajo la presidencia de Francesc Macià izó la bandera republicana en el ayuntamiento de Barcelona y poco antes de que el avi proclamara el Estat Català dentro de la Federación de Repúblicas Ibéricas, hasta el día de su asesinato, tal día como ayer de hace 82 años, Lluís Companys i Jové, hijo de El Tarròs (Tornabous), no cesó en su empeño de dotar a Catalunya de la autonomía política que los catalanes reclamaban en la calle y en las urnas. Lo hizo en 1931 de acuerdo con la República española y sin su apoyo en el 34, cuando en España triunfó la derecha.
El golpe de estado del ejército español contra la democracia, cuando esta misma derecha perdió las elecciones del 36, terminó con Companys en el exilio y tras la Guerra Civil fue capturado por los nazis y fusilado en Barcelona por orden del dictador Francisco Franco. Este leridano, defensor de las libertades y de los derechos de los agricultores, merece la total restitución de su memoria porque pocos como él lucharon hasta su último suspiro de vida por Catalunya.