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La destitución del jefe de los Mossos d’Esquadra, el leridano Josep Maria Estela, no es una buena noticia para el cuerpo y viene a corroborar lo que ya era un secreto a voces desde hacía tiempo. Cinco responsables del cuerpo relevados en los últimos cinco años denotan claramente que hay un divorcio entre las directrices políticas de la policía catalana y el funcionamiento profesional del cuerpo. Es obvio que, cuando un determinado cargo político asume una conselleria, este ha de marcar las directrices fundamentales por las que ha de regirse el cuerpo, por eso la ciudadanía les ha depositado la confianza y este es un principio democrático incuestionable.

Pero una vez estas líneas de actuación han sido definidas, quien sea designado jefe de los Mossos ha de tener la máxima autoridad para dirigir profesionalmente el cuerpo. Y eso no ha pasado con Josep Maria Estela, una persona recta e intachable a quien cargos inferiores al suyo han ninguneado e intentado convertir en invitado de piedra. El principio de autoridad debe ser respetado siempre, y más en un cuerpo policial.

La destitución de Toni Rodríguez como responsable del área de investigación ya fue muy cuestionada y cuestionable y, si realmente el conseller Joan Ignasi Elena considera que el tándem que forman Eduard Sallent y Pere Ferrer es el mejor posicionado para devolver la tranquilidad a los Mossos, que los nombre máximos responsables, pero lo que no puede ser bajo ningún concepto es que los cargos los ostenten unos y manden otros. Que los sindicatos apoyen al cien por cien a Estela demuestra también que el malestar del cuerpo es general y abarca a todos los mandos y agentes. Es necesario revertir esta situación de forma inmediata porque bastante desasosiego soporta la población con las crisis sanitarias y económicas para crear vaivenes en el cuerpo de la policía catalana.

Y en este empeño no debería intervenir el partidismo político, porque de la estabilidad de los Mossos depende no solo la seguridad ciudadana y la resolución de miles de investigaciones, sino el prestigio de todo el Govern y, por extensión, de Catalunya.

Casas vacías y repoblación

Los municipios del Urgell tienen 2.328 viviendas vacías, sin contar las de Tàrrega, mientras medio centenar de familias de la comarca buscan alquilar una. Así lo ha constatado el consell comarcal, que ha puesto en marcha la bolsa rural de vivienda en colaboración con la Generalitat y los ayuntamientos. Esta iniciativa y otras similares que están llevando a cabo otros municipios son una excelente idea para la recuperación del medio rural, un camino a seguir para evitar la degradación de muchos núcleos antiguos y una oportunidad para ganar vecindad.

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