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El hospital Arnau de Vilanova de Lleida abrió el lunes la Unidad de Corta Estancia (UCE). Si dejamos el enunciado así, sin más matices, puede considerarse que es una gran noticia para ayudar a descongestionar esta área, extremo indispensable para el buen funcionamiento de los servicios relacionados con la sanidad. Pero si entramos en los detalles ya vemos que no deja de ser un parche.

Muy bienvenido pero un parche al fin y al cabo. Porque esta nueva UCE está dotada de 14 camas aunque solo han entrado en funcionamiento seis. Y esto es debido a la falta de personal, carencia que ha motivado también el retraso de la puesta en marcha del servicio, ya que debía entrar en funcionamiento el pasado mes de mayo.

Repetimos que es una buena noticia que se mejore la atención a los pacientes en un área donde este extremo es de vital importancia, pero como critican los sindicatos, el personal que se hará cargo de estas camas proviene de Urgencias, por lo que los enfermos, “en lugar de estar en camillas, seis aguardarán en una cama en una habitación para dos enfermos”, según denuncian. Esta medida se ha adoptado coincidiendo con las protestas diarias que protagoniza el personal de Urgencias del Arnau exigiendo más medios para poder ofrecer una mejor atención a los pacientes. Es este equipo humano el que sabe a la perfección qué medidas son necesarias tanto para prestar un servicio digno y adecuado a lo que requiere cada enfermo, así como para asegurar que su trabajo se lleve a cabo con todos los derechos laborales que deben cubrirles.

Venimos de una pandemia que nos debía dejar muchas enseñanzas pero parece que aún falta un gran trecho por cubrir. Debemos exigir que nuestros facultativos, personal de enfermería y resto de implicados en el sector sanitario tengan un marco laboral digno e idóneo, lo que debe repercutir en el bienestar de los enfermos que en la actualidad pasan horas y horas en pasillos sin la atención necesaria requerida. Si no es así, se resentirá el estado de bienestar que tanto esfuerzo ha costado de conseguir.

El fin no justifica los medios

Museos de todo el mundo están convirtiéndose en el escenario de las protestas de jóvenes activistas que, de esta forma, quieren alertar sobre la gravedad de la crisis climática y la necesidad de adoptar medidas urgentes para frenar sus efectos. Desde luego, el fin es loable pero los medios son del todo criticables. Porque, además de notoriedad, ¿qué obtienen lanzando un pastel contra la Mona Lisa, o sopa enlatada contra Los girasoles de Van Gogh? Seguramente lo que lograrán es justamente lo que no pretenden: que el público en general cargue contra sus acciones y se olvide del mensaje que querían trasmitir.

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