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EDITORIAL

Lula da Silva, una esperanza para Brasil

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Lula da Silva volverá a presidir Brasil. El líder progresista se convertirá en el próximo presidente del país tras haber ganado por la mínima la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El candidato izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT) logró el 50,90% de los votos, frente al 49,10% del candidato ultraderechista y actual presidente, Jair Bolsonaro, que horas después de haber finalizado el escrutinio guardaba silencio sin reconocer aún su derrota, producida por solo 2,1 millones de votos de diferencia en un país en el que 156 millones de ciudadanos estaban llamados a las urnas.

La victoria del líder de izquierdas arranca con un país muy fragmentado, pero con la esperanza de que Brasil pueda seguir reduciendo las bolsas de pobreza y poco a poco volver a situarse entre las economías emergentes del mundo. La vida política de Lula da Silva es una historia de resiliencia, ya que en sus dos anteriores mandatos logró sacar de la miseria a 30 millones de ciudadanos, aunque la crisis mundial de 2008 puso en jaque todos los avances y los casos de corrupción en personas de su entorno (incluso él llegó a estar condenado por supuestamente aceptar un soborno de un contratista) le costaron volver a la oposición. Ahora, gana la presidencia brasileña y deja atrás las políticas de extrema derecha y de irracionalidad que han caracterizado la negra etapa de Bolsonaro, sobre todo durante la Covid.

La victoria progresista llega, además, cuando son ya muchos los países de Sudamérica que han virado a la izquierda, lo que en países en desarrollo o pobres debería ayudar a los más desfavorecidos y acabar con las oligarquías en estos estados.

Cerrar heridas

Decía el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que honrar a las víctimas del franquismo no es abrir heridas, sino cerrarlas, y no podemos estar más de acuerdo. Han pasado 86 años desde el inicio de la Guerra Civil española, tras el golpe militar que arrebató la democracia a los españoles por la vía de las armas.

Y solo con la búsqueda de los desaparecidos y la reparación de las ignominias de los procesos judiciales llevados a cabo, España podrá cerrar esta negra etapa de su historia. Durante décadas, esas víctimas no han sido reconocidas dignamente y no han recibido el homenaje de Estado que merecen. A partir de ahora, el 31 de octubre, en cumplimiento de la ley de Memoria Democrática que se aprobó hace unos días, será siempre el del recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar y la dictadura franquista.

Sería edificante también que, además, algunas estructuras de estado anquilosadas en épocas pretéritas pasaran también a la historia y podamos entre todos avanzar en democracia. .

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