EDITORIAL
Habrá que hacer algo más que rezar
Las últimas lluvias, que hace poco más de una semana dejaron casi 100 litros por metro cuadrado en el Pirineo, no han sido suficientes para paliar la sequía y los pantanos apenas recuperan reservas. Ahora, la falta de agua amenaza a tres grandes centrales hidroeléctricas: las de Talarn, Escales y Mequinensa, en manos de Endesa. Esta última parará a mediados de este mes, por primera vez desde que se inauguró en 1966, y las otras dos lo harán próximamente si no llueve.
La compañía advirtió que también podrían parar las de Gavet de la Conca y El Pont de Montanyana. La central de Rialb, de Acciona, ya lo hizo a finales del pasado mes de agosto. El cierre de centrales responde a la necesidad de dejar suficientes reservas para el suministro de agua de boca a la población.
Los usos industriales, y en este caso hidroeléctricos, son los últimos en la escala de prioridades de uso del agua. Los abastecimientos y el caudal ecológico ocupan el primer lugar y los riegos, ahora acabados al concluir la temporada, el segundo. Este año la producción hidroeléctrica se ha reducido drásticamente en Lleida.
En las centrales de Endesa ha descendido un 14,4% entre enero y septiembre. Si se comparan las cifras de este 2022 con las de la media de los últimos 10 años, el descenso es del 32,1%. Sería necesario remontarse a 1989 para encontrar una producción tan baja, según el jefe del centro de producción de Endesa en la península, Ángel García.
Respecto a los embalses, en la cuenca del Segre los de Oliana (al 26,7% de su capacidad) y de Rialb (6,2%) apenas han ganado hectómetros cúbicos en la última semana. Serían necesarias lluvias intensas y continuas para comenzar a paliar esta situación. Esperemos que no tengamos que llegar al recurso del conseller Francesc Baltasar en abril de 2008, cuando aseguró que había ido a rezar a la virgen de Montserrat para que lloviera, por la situación de emergencia que se vivió en esa época en Catalunya, que obligó a recorrer al suministro en barcos para asegurar los abastecimientos, pero está claro que este período de sequía no es solo una estadística más o menos habitual cada veinte o treinta años, sino el claro signo de cambio climático que obliga a ir tomando medidas de ahorro de agua para garantizar los abastecimientos de consumo de boca, los de riego, los industriales y los hidroeléctricos, todos igual de necesarios, aunque con diferentes prioridades y soluciones.
Ya hemos reiterado en diversas ocasiones que la modernización de los riegos es inaplazable y, en cuanto a los abastecimientos, habrá que fomentar la innovación en el ahorro diario y poner todo el talento tecnológico y de innovación para un consumo más sostenible. En cuanto a las energías, si queremos ir eliminando las fósiles y apostar por las limpias, no podemos perder más tiempo y hay que ponerse manos a la obra de forma inmediata.