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El Mundial de Qatar ya está a la vuelta de la esquina en lo que será un desafío para el país árabe y un inmenso acto de hipocresía para la FIFA, que, concediendo este evento deportivo en este país en el que no se respectan los derechos humanos más esenciales, está blanqueando su falta de democracia. Antes de que ruede la pelota, las autoridades qataríes ya están marcando su agenda y cómo deben comportarse los aficionados que visiten el país. Es el caso de Khalid Salman, embajador del Mundial 2022 y exfutbolista internacional con la selección qatarí, que afirmó que la homosexualidad “es un daño en la mente”.

Estas declaraciones las hizo en el marco de una entrevista que se difundió en la televisión alemana este martes. Salman habló con la cadena ZDF como parte de un documental a dos semanas del inicio de la Copa del Mundo y señaló que su país tolerará a los visitantes homosexuales, pero con matices. “Tendrán que adaptarse y aceptar nuestras normas”, señala.

Después de abordar el tema de la homosexualidad, la entrevista fue interrumpida por un trabajador de prensa del comité organizador del Mundial. Antes, el exjugador había dejado claro que la homosexualidad es haram, es decir, un pecado prohibido por el Islam. Además, reconoció “tener un problema” con que los niños vean a personas homosexuales.

La FIFA no puede mirar hacia otro lado ante estos comentarios y debe hacer inmediatamente un comunicado desmarcándose de la homofobia intolerable de este representante del Mundial. Una cosa es tener embajadas abiertas en países totalmente antidemocráticos y otra, muy distinta, no desmarcarse inmediatamente de estas aberrantes palabras. Porque, pese a que los países participantes del evento futbolístico hayan aceptado jugar en Qatar, por varios motivos, sobre todo económicos, eso no debe implicar bajo ningún concepto hacer oídos sordos a semejantes barbaridades y retrocesos democráticos y sociales.El precio de la luz

Restaurantes, bares, panaderías y tiendas apagaron el martes por la tarde sus luces durante quince minutos para denunciar el encarecimiento inasumible de la energía.

Una protesta liderada por la Federación de Hostelería a la que se sumaron varias patronales para exigir una limitación de tarifas después de que la factura de la luz se haya disparado un 400%. La escalada del precio de luz afecta a familias, industrias, comercio y hostelería y ahora que llega el invierno se añadirá la factura del gas. El Gobierno español tiene la obligación de buscar cuantas decisiones, excepciones o subvenciones sean necesarias para que los negocios no se vean abocados al cierre y las personas puedan vivir con dignidad.

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