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La campaña del aceite de este año está marcada por la escasa cosecha, aproximadamente un 50% menos, y una subida del precio por litro. La Fira de l’Oli Verd de Maials, que este año ha celebrado su 25 edición, cerró el domingo sus puertas con más de 12.000 visitantes y unos 16.000 litros de aceite vendidos, a ciudadanos en busca sobre todo de la calidad contrastada de la DO Garrigues. La situación del sector evidentemente ha mejorado muchísimo en las últimas dos décadas, ja que como bien recordaba el domingo el expresidente de la cooperativa de este municipio Joan Segura, “en la primera edición de la muestra de Maials apenas embotellamos unos 2.000 litros porque no sabíamos la salida comercial que tendría”.

En estos 25 años, el aceite de Lleida se ha hecho un hueco no solo en el mercado de proximidad de Ponent, catalán y español, sino que el ritmo de las exportaciones ha crecido al mismo tiempo que su promoción y canales de comercialización. Muchas son todavía las asignaturas pendientes del sector oleícola de Lleida, pero desde Maials a Les Borges, pasando por Arbeca o Aspa y todas y cada una de las cooperativas, molinos o productores individuales de Ponent, han apostado no solo por ser productores de cantidad, necesaria sin duda para cuadrar las cuentas, sino sobre y ante todo de un oro verde cuyas cualidades son ya reconocidas en todo el mundo.

De rodillas

Difícilmente se verán brazaletes con la bandera LGTBIQ+ en el Mundial de Catar.

Finalmente, la amenaza de la FIFA de castigar con tarjetas amarillas a los capitanes que lleven estos colores en el brazo ha tenido el efecto deseado. Las federaciones de Inglaterra, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Gales, Países Bajos y Suiza, que eran las que habían impulsado el uso del brazalete One Love, emitieron un comunicado conjunto para anunciar que han pedido a sus capitanes que den marcha atrás y no luzcan estos distintivos. Las siete federaciones que pretendían llevar el brazalete dejaron claro que se sienten “frustradas” ante las amenazas de la FIFA y Harry Kane, capitán de la selección inglesa, salió ayer al campo con un sucedáneo de apoyo a la diversidad que ya estaba previsto que llevaran todos a partir de semifinales.

El miedo a la expulsión ha podido más que las buenas intenciones de los jugadores y, una vez más, ha quedado claro que en este Mundial el poder del dinero está por encima de cualquier derecho humano. Los jugadores ingleses hincaron la rodilla antes de iniciarse el partido como señal de protesta, al igual que sus homólogos de Irán no cantaron el himno por la opresión a la que se somete a las mujeres en su país. Poca cosa para el siglo XXI.

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