EDITORIAL
Irina, otra leridana víctima de la sinrazón
Irina era una leridana, tenía 34 años y vivía con sus hijos y marido en Balàfia. Había llegado hace ya muchos años de Rumanía buscando una vida mejor para su familia y todo apunta a que fue asesinada por alguien que un día dijo amarla, su propio esposo. La tristeza y la rabia de esta lacra cotidiana que comporta la violencia machista debe hacernos reflexionar a todos sobre qué está fallando para que, por mucho que las leyes avancen en la igualdad y el castigo de los delincuentes, la violencia contra las mujeres no cese.
Si lleváramos este año 42 víctimas mortales de terrorismo o 1.175 desde 2003, tantas como mujeres han sido vilmente aniquiladas por sus parejas, exparejas, maridos o desconocidos, todos los estamentos del Estado estarían centrados día y noche en tomar medidas para acabar con los feminicidios, y pese a que desde todas las administraciones locales, catalanas y de ámbito estatal se han dado pasos de gigante contra el machismo, los asesinatos no paran. Quizá deberíamos centrarnos más en la educación, porque por muchos castigos que se impongan a estos monstruos, si no afrontamos la igualdad desde la más tierna infancia, la pedagogía punitiva no basta. Medios de comunicación, publicidad, músicos y cantantes, cineastas, guionistas, deportistas.
y por supuesto todos los estamentos públicos tienen la obligación de no permitir ni un rol machista que presuponga ni mínimamente que la mujer es propiedad de nadie ni objeto de nada. La maldad humana y las perturbaciones mentales de algunos individuos no las podremos erradicar nunca del todo, pero colectivamente tenemos la obligación de decir basta ya a la violencia de género y luchar de forma contundente para erradicarla. Se lo debemos a Irina, a sus hijos, a Ana, Alba, Maria, Dolores, Mercedes, Victòria, Teodora y así hasta las casi 1.200 que perdieron la vida simplemente por el hecho de ser mujer en los últimos veinte años.
Es un asunto prioritario que debe afrontarse desde diferentes ámbitos y de forma inmediata.
Parados de más de 45 años
El mercado laboral, las empresas y la sociedad están dejando perder la sabiduría y la experiencia de buena parte de los trabajadores, aquellos que tienen más edad y que precisamente se están viendo penalizados por ello cuando están en paro. Así lo advirtió el presidente de la Fundación Pimec, el leridano Josep González, que centró su preocupación en los mayores de 45 años.
En el caso de Lleida estamos hablando de que más de la mitad de los desempleados de la demarcación se ven castigados por su edad. El Servei d’Ocupació de Catalunya tiene registradas a 18.312 personas que buscan un empleo sin encontrarlo y, de ellas, 9.627 superan los 45 años.