EDITORIAL
Orgullo del fútbol sala de la Noguera
En los partidos de Irán durante el Mundial de Catar, varios de sus hinchas mostraron la camiseta de su selección. Pero no era la de Mehdi Taremi, su estrella, delantero del Porto, ni la de Ehsan Hajsafi, su capitán. Tampoco se trató del triunfo de las marcas deportivas que han logrado algo impensado una década atrás: que personas de cualquier edad vistan las camisetas de su equipo.
La que mostraban, desplegada para que se viera el dorsal con el número 22, llevaba el nombre de Mahsa Amini. Mahsa era una joven de 22 años que en septiembre de este año fue arrestada junto a su familia en las calles de Teherán por la Policía de la Moral. La acusaron de no ir vestida como indican las normas: tenía el hiyab mal colocado.
Los policías les subieron a golpes al vehículo que los trasladaría hasta el lugar de detención. En el trayecto les siguieron pegando. A Mahsa la impactaron con una porra en la nuca. Ella perdió el conocimiento. Le negaron atención médica durante horas pese a los ruegos de sus familiares. El daño fue irreversible. Después de tres días en coma, se declaró su muerte. La joven se convirtió en un símbolo de la lucha por las libertades y provocó un movimiento de protestas que fue escalando. Y que también llegó al Mundial.
Llegó, pero no se quedó, porque esta cumbre deportiva de la vergüenza de Catar, pese a dar grandes momentos de fútbol como la final entre Argentina y Francia, ha sido todo un monumento a la hipocresía colectiva. Ahora, mientras la selección del mejor jugador de la historia, Leo Messi, llena las portadas de todos los periódicos, el futbolista iraní Amir Nasr-Azadani, que milita en el FC Iranjavan Bushehr, ha sido condenado a muerte por defender los derechos de las mujeres. Es la contradicción del mundo en que vivimos y otra demostración del poder del dinero sobre cualquier derecho humano, como ya comentábamos ayer.
El silencio de la FIFA sobre este asunto sigue siendo ensordecedor, al igual que el de todas las federaciones de fútbol y gobiernos de todos los colores políticos. Por esta indiferencia sonrojante general, nos llena de orgullo que en Lleida, un club de fútbol sala de la Noguera, el EFS Balaguer Comtat d’Urgell, haya decidido posicionarse públicamente y reclamar la puesta en libertad del futbolista iraní Amir Nasr-Azadani. Muchos otros deberían tomar ejemplo.
Crisis institucional
La admisión a trámite del recurso del PP para bloquear la tramitación parlamentaria de la reforma del Código Penal y la renovación del Constitucional, con cambios en los delitos de malversación y sedición, abre una crisis institucional sin precedentes que atropella la soberanía del Parlamento español y rompe la separación de poderes.