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El Congreso ha dado el primer paso hacia la aprobación de la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), que más de 20 años después va a sustituir a la LOU. Para que el texto sea una realidad aún debe pasar por el Senado, un trámite que el Gobierno tiene amarrado, a tenor de los apoyos que ha recibido el texto en la Cámara Baja. El ministerio de Universidades calcula que la reforma legal podría ser una realidad a finales de febrero.

La nueva ley se ha propuesto reducir la alta temporalidad de los docentes derivada de la crisis de 2008 y que se ha personificado en los profesores asociados, simplifica la carrera docente y establece medidas contra la endogamia universitaria y la desigualdad; limita el precio de las tasas universitarias; fija un mínimo de inversión en el sector; y regula los paros estudiantiles, entre otras cuestiones como la prohibición de que los colegios mayores se adscriban a universidades públicas o una apuesta por una mayor internacionalización. Una de las últimas novedades: la ley prohíbe que suban las tasas universitarias. Solo podrán mantenerse o bajar, en la línea de una medida acordada hace ya dos años por el ministerio y casi todas las comunidades autónomas.

Hasta ahora la decisión base sobre el precio de las tasas se tomaba en la Conferencia General de Política Universitaria –que reúne a la administración estatal y las autonómicas– y podía ser tanto en el sentido de subirlas como de bajarlas. Ya solo podrán ir en una dirección. Por primera vez, una norma universitaria fija un mínimo de inversión para el sector.

Será del 1% del PIB, una cantidad que se enmarca en el compromiso global del Gobierno de destinar el 5% del mismo a la educación, plasmado en la Lomloe. Es un buen objetivo, pero habrá que ver en qué medida se cumple. La realidad es que la universidad necesita más inversión para renovar y estabilizar su plantilla docente, envejecida y con muchos profesores a tiempo parcial; para investigación, clave en las sociedades avanzadas; o para cuestiones más prosaicas como pagar la energía, algo que por ejemplo la UdL no tiene garantizado por parte del Govern.Navidad de plena normalidadAunque el día a día nos impida ver el bosque, la verdad es que la humanidad ha superado en los últimos tres años la epidemia sanitaria más importante desde la gripe española de 1918, que acabó con la vida de hasta 40 millones de personas.

Solo con la diferencia de muertos, ahora no llegan a los siete millones, nos resume lo mucho que ha avanzado la ciencia. Aunque un solo fallecido ya es demasiado, tampoco podemos negar la evidencia de que pese a lo mucho que hemos sufrido, la vida estas navidades vuelve a parecer normal y podremos celebrar las fiestas y reunirnos de nuevo.

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