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La cena de Nochebuena, la comida de Navidad, la de Sant Esteve, las fiestas de fin de año y después la víspera y festividad de Reyes. Son los días señalados en rojo en este periodo navideño recién inaugurado y, por suerte, sin ninguna restricción, a diferencia de los dos anteriores, que estuvieron marcados por la Covid. Es fácil de imaginar que todo el mundo lo celebra, con más o menos intensidad, pero no es así y no por diferentes creencias religiosas u otros motivos éticos.

Y no es así porque hay una legión de personal laboral que debe acudir a su puesto de trabajo y lo hace para que la gran mayoría puedan disfrutar de las fiestas y celebraciones. Hoy, en las páginas anteriores, hacemos un repaso de los diferentes sectores que no pueden bajar la guardia estos días: fuerzas de seguridad, bomberos, personal sanitario, hostelería y hostelería, taxis y transporte y ocio nocturno, por citar solo algunos ejemplos. Quizá no todos están etiquetados como servicios esenciales pero realmente lo son.

Y, como decíamos antes, son totalmente necesarios para que la gran mayoría de la sociedad disfrute del asueto en este periodo vacacional y tras cambiar notablemente las costumbres sociales. Porque hasta hace solo unos años era casi impensable celebrar, por ejemplo, la comida de Navidad fuera de casa y ahora es una costumbre que cada vez va ganando más adeptos. Es por ello que debemos agradecer a este ejército de trabajadores y trabajadoras su labor porque permiten a otros muchos disfrutar de las fiestas y contribuir al espíritu navideño que impera estos días.

Universitarias en AfganistánSi el pasado domingo terminó el Mundial de Fútbol de Catar sin que se produjera ninguna condena clara y rotunda por parte de federaciones, clubs y futbolistas a la escandalosa falta de respeto a los derechos humanos en el país anfitrión, dos días después llegaba una noticia del mismo calado pero esta vez desde Afganistán. Y es que el martes el gobierno talibán suspendió la educación universitaria para todas las estudiantes en Afganistán, que son miles, a partir del día siguiente, en lo que se considera último paso en su brutal represión de los derechos y libertades de las mujeres afganas después de que ya se vetara a las niñas el acceso a la educación secundaria. La medida de los talibanes se suma a una larga lista de restricciones contra las mujeres implantadas paulatinamente, y que incluye la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del burka o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.

Una barbaridad más que no ha sido condenada por la comunidad internacional con la contundencia que se merece.

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