EDITORIAL
Un 2023 lleno de incertidumbres y esperanzas
El año que hoy despedimos no pasará a la historia como uno de los mejores de las últimas décadas porque la guerra de Ucrania trastocó todos los planes de recuperación que se habían diseñado tras los duros años de pandemia. Eso es cierto, pero también lo es que en primavera, con el adiós a las mascarillas, los ciudadanos de Lleida, del resto de Catalunya, España y el mundo en general, China al margen, recobramos una cierta normalidad que añorábamos tras dejar atrás miles de muertos, de crisis económica y de problemas de salud mental que nos acarreó el coronavirus. La cara opuesta de esta alegría colectiva nos llegó por el conflicto bélico en Ucrania tras la invasión de Putin de este país y las consecuencias del alza de todos los precios que han acarreado esta guerra.
Aun apoyando las políticas europeas en favor de la democracia y libertad que reclama el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sería conveniente también que la UE no supeditara todas sus decisiones a la geopolítica norteamericana y se intentara por todos los medios que la paz vuelva a este país porque, además de los millones de personas que han tenido que huir por la barbarie de Putin, también existen 140 millones de rusos que merecen el apoyo europeo para conseguir una sociedad democrática. Esta guerra no la ganará nadie y los perdedores somos todos. Es necesario y prioritario buscar en este 2023 una salida al conflicto.
En cuanto a la política catalana y española, el procés ha entrado en una etapa de diálogo y de búsqueda de entendimiento con el Estado español que, si bien es difícil por la presión de la derecha decimonónica inmovilista, al menos se vislumbran mejores intenciones y formas en el actual gobierno del PSOE y Podemos de las que vivimos con el PP en 2017. Por lo que hace referencia a Lleida, ha sido un año marcado por las heladas de abril, que arruinaron buena parte de las cosechas agrícolas, en un sector primario que precisamente había sido el que mejor aguantó la economía en los años de Covid. Bajas temperaturas y pedrisco que, junto a la pertinaz sequía que padecemos, amenazan también con obligar a cambios estructurales en el sector agroganadero.
En el polo opuesto podemos situar el turismo, que, un año más, logró cifras récord de visitantes, manteniendo los excelentes números de los años de pandemia, en los que el turismo de proximidad cobró un gran protagonismo. A nivel deportivo, la debacle del Lleida Esportiu y su cambio de dirección han marcado 2022, aunque los éxitos del Força Lleida, Llista y Cadí compensan la balanza. Y la alegría cultural del año llegó con el Oso de Oro del Festival de Berlín para la película Alcarràs de Carla Simón, que convirtió este municipio del Segrià y la realidad de la fruticultura en fenómeno de las taquillas.
Esperamos que 2023 nos traiga menos incertidumbres y más esperanzas. Feliz año a todos.