EDITORIAL
Pisos que deberían haber tenido otro fin
La gran crisis económica y el crack inmobiliario de 2008 provocaron que muchas familias no pudieran pagar sus hipotecas y que numerosas promotoras de viviendas tampoco pudieran hacer frente a sus créditos, por lo que un gran número de inmuebles pasaron a manos de bancos y cajas de ahorros. Paralelamente, el exceso de riesgo en que habían incurrido principalmente las cajas al conceder préstamos a constructores y particulares hizo que la mayoría de ellas acabaran en una situación insostenible y tuvieran que ser rescatadas con dinero público tras intentar capear el temporal con fusiones. Finalmente, el Estado inyectó más de 58.000 millones en el sistema bancario.
Las entidades rescatadas acabaron pasando a manos de los bancos más saneados por cantidades muy reducidas, por lo que la administración pública solo ha recuperado hasta ahora unos 6.000 millones, y todo apunta a que este montante aumentará poco en los últimos años. Mientras, los bancos fueron vendiendo los mejores activos inmobiliarios y acabaron pactando el traspaso de la mayoría del resto a fondos de inversión, entre ellos los denominados fondos buitre, en algunos casos a través de nuevas sociedades en las que tenían una participación minoritaria. Actualmente, en las comarcas de Lleida todavía están en venta cientos de pisos, otros inmuebles y solares que forman parte de este patrimonio.
Entre ellos abundan las viviendas que están okupadas, destrozadas, tapiadas o en ruina, así como edificios inacabados o que llevan tiempo abandonados. Evidentemente, ningún particular o familia que necesite un piso para vivir optará a su compra. Su única salida en el mercado es que sea adquirido por inversores, empresas o fondos que vean una oportunidad de negocio en su rehabilitación o bien derribo para construir de nuevo en el solar.
A estas alturas, hay que preguntarse por qué no ha sido posible que las entidades bancarias no cedieran en su día al menos una buena parte de este patrimonio a la administración con el doble fin de aumentar el raquítico parque de vivienda pública y retornar un mínimo porcentaje de la gran cantidad de dinero público recibido.La hoja de ruta de ERCEl congreso nacional de ERC aprobó el sábado en Lleida su hoja de ruta, que apuesta por forzar al Estado a pactar un referéndum de independencia en Catalunya. Sus militantes lo aprobaron casi por unanimidad, pero no cabe duda de que es un reto mayúsculo. Para empezar, primero necesita que el independentismo se sume a esta propuesta; segundo, sumar a sectores no independentistas, y tercero, que los principales partidos estatales acepten negociar, lo que a día de hoy parece un trabajo de Hércules.