EDITORIAL
Fumata blanca a los presupuestos
Que un país apruebe sus presupuestos siempre es una buena noticia, porque de ellos dependen las inversiones necesarias en sanidad, educación, tercer Sector, infraestructuras, industria, cultura y todo aquello que tiene que ver con el bienestar social y económico de sus gentes. Por tanto, solo cabe alegrarse de que Catalunya tenga, más tarde de lo previsto, las cuentas para el 2023. ERC y PSC han cerrado un acuerdo tras meses de negociaciones en las que los socialistas han vendido caro su apoyo y han logrado evidenciar la debilidad parlamentaria del Govern.
El pacto pone fin a una década de política de bloques en la que las posiciones opuestas sobre la independencia imposibilitaban los pactos entre algunos grupos del Parlament. ERC ha moderado su rechazo inicial a las últimas exigencias socialistas, concretadas en tres grandes proyectos: la autovía entre Terrassa y Sabadell, la ampliación del aeropuerto de El Prat y el macrocomplejo de turismo y juego Hard Rock. Así, el texto del acuerdo hace equilibrios entre las exigencias de los socialistas y el rechazo frontal a las grandes infraestructuras de los Comuns, el otro socio presupuestario de ERC.
El pacto contempla la aprobación definitiva del plan urbanístico del Hard Rock durante el primer semestre de este año, tal y como estaba previsto, y “mantener la disponibilidad de los terrenos” para la sociedad estadounidense promotora del proyecto. Sobre la ampliación del aeropuerto, ambos partidos se comprometen a “transformar” El Prat para convertirlo en “un verdadero hub intercontinental”, sin concretar si se hará mediante la polémica tercera pista. Hasta aquí todos estaríamos de acuerdo, el debate surge cuando las inversiones o proyectos aprobados no casan con los programas ideológicos de algunos de los firmantes del acuerdo.
Así, los Comuns tienen complicado aplaudir la firma cuando habían dicho por activa y por pasiva que el Hard Rock era una línea roja que en ningún caso cruzarían. A los republicanos también puede provocarles un desgaste electoral rubricar con el PSC proyectos de país que casan más con Junts que con su programa, como el aeropuerto o la B-40, al igual que sellar una fumata blanca con uno de los firmantes del 155. Por su parte, los socialistas deberán aguantar las críticas de la derecha española que, en plena precampaña electoral para los comicios a Cortes, les acusarán de sostener un gobierno independentista.
En cuanto a la oposición, Junts ofreció, 30 minutos antes de la comparecencia de Salvador Illa, una oferta de reunificación del independentismo a través de una estrategia en Madrid que sabían de antemano que ERC no aceptaría. El resto no tienen relevancia numérica porque la CUP hace tiempo que va por libre y PP, Cs y Vox tienen una irrelevancia de representación que no les permite, hoy por hoy, plantear ninguna alternativa.