EDITORIAL
Terremoto devastador en Europa
El balance de muertos a causa del terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter registrado ayer en el sur de Turquía, cerca de la frontera con Siria, ascendió en un primer balance a más de 3.600, según datos facilitados por las autoridades de ambos países y los Cascos Blancos sirios, si bien se teme que la cifra será mucho más alta debido a que miles de personas resultaron heridas y a que muchas otras siguen sepultadas bajo los escombros. Horas después, un segundo movimiento de tierras de magnitud 7,6 sacudió el sureste de Turquía, devastado ya por el sismo de madrugada. El epicentro de este nuevo temblor se produjo en Elbistan, en la provincia de Kahramanmaras, unos 80 kilómetros al norte del primero.
Las zonas en las que ocurren los terremotos no parecen aleatorias, delinean unas franjas que separan regiones. Estas placas son la parte más externa del planeta y se mueven sobre una capa fluida. Este movimiento causa los terremotos, es decir, rupturas súbitas del interior de la tierra.
Al moverse las placas se alejan, chocan y se rozan lateralmente y cada movimiento genera un terremoto. El seísmo de Turquía sería el de mayor gravedad ocurrido en Europa en siglos, junto con el de Anatolia en 1999 y el devastador de Lisboa de 1755. En el Estado español, las zonas con más actividad sísmica son los Pirineos y el sur y sureste de la península.
En esta última zona se produjo el terrible terremoto de 2011, con nueve muertos y numerosos daños en Lorca (Murcia). También en las islas Canarias por su actividad volcánica a menudo se producen seísmos. De los más de 3.000 que se registran anualmente en España, alrededor de 700 ocurren en estas islas y en cuanto a los de los Pirineos han sido en los últimos siglos de baja intensidad (el de Camprodon, con 2.000 muertos, se remonta al siglo XV).
Ante una tragedia de estas magnitudes, solo cabe la solidaridad de todos los países con los damnificados y que los geólogos sigan estudiando continuamente este fenómeno para que insten a la clase política a dictar las normas urbanísticas y de construcción necesarias para minimizar los daños que estas sacudidas violentas de la corteza y manto terrestres provocan.
Josep Maria Espinàs
Una de las frases más célebres del periodista, escritor y cronista Josep Maria Espinàs, fallecido el domingo a los 95 años, es “yo miro a la gente”, un monumento a la observación del mundo que debería ser sagrado para el ejercicio de nuestra profesión. Mirar, hablar, contrastar y debatir, palabras sagradas para un hombre esencialmente bueno y que no solo deja huella en el periodismo costumbrista y de viajes, sino en el mundo editorial (La Campana) y en la música (Nova Cançó). Descanse en paz.