EDITORIAL
Del éxito del Mobile al uso de redes en menores
El Mobile World Congress 2023 ha superado las expectativas y ha cerrado con más de 88.500 visitantes, según ha confirmado GSMA, patronal mundial de la industria del móvil y organizadora del evento. “El Mobile ha regresado con todas sus fuerzas”, explicó ayer su director ejecutivo, John Hoffman. El mayor congreso de telefonía móvil del mundo ha estado marcado por el frenético despliegue de innovaciones tecnológicas y por un visible regreso a cifras de asistencia casi prepandémicas.
Una gran noticia para la capital catalana y toda Catalunya porque el impacto económico de este evento superará los 300 millones de euros y la visibilidad que da a la ciudad y a sus múltiples firmas de innovación en todos los sectores es incalculable. Es también un buen síntoma sanitario porque indica claramente que la pandemia está controlada y que podemos volver a interactuar social y económicamente. Hasta aquí todo son balances positivos, el único pero no vendría del Mobile en sí, sino de los problemas que el uso abusivo de esta tecnología puede comportar, de hecho ya está comportando, en algunas personas, sobre todo adolescentes.
Del mismo modo que por mucho que la industria automovilística haya avanzado no se permite conducir a los niños, habrá que ir pensando en alguna regulación parental o administrativa que evite a los más pequeños, carentes todavía de madurez emocional, acosos, complejos, marginaciones y estrés que pueden perjudicar su presente y su futuro. El ámbito de la salud emocional cada día cobra más importancia y la tecnología ha de ayudar a mejorarla, en ningún caso perjudicarla.
Alternativas energéticas
Dos proyectos buscan favorecer la coexistencia entre árboles frutales y paneles solares en Lleida, en un momento en que las energías renovables disputan el suelo a la agricultura.
Frente a este escenario de competencia que describe la película Alcarràs, de Carla Simón, el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) y la empresa Km0 Energy impulsan fincas experimentales para combinar estas dos actividades en el Urgell y el Pla. Sus respectivas iniciativas van más allá de hacer compatible la producción de electricidad y los cultivos: su meta es que las placas solares protejan los árboles en momentos de excesiva radiación solar, fuertes lluvias e incluso granizo. Vivimos tiempos de cambios energéticos y si queremos disponer del bienestar actual sin depender de las energías fósiles ni centrales nucleares, no queda otra alternativa que buscar la convivencia con plantas solares y eólicas, siempre evidentemente respetando el reequilibrio territorial objetivable y proporcional al número de habitantes beneficiarios.