EDITORIAL
Tres años del día en que todo se paró
El 14 de marzo de 2020 se declaró en España el estado de alarma por la entonces recién proclamada pandemia de Covid-19. Comenzaba así un confinamiento que pensábamos, erróneamente, que no pasaría de quince días en casa. Pero tras esas dos semanas vinieron otras dos, y otras, y así hasta dos meses completos.
Todos recordamos aquella fecha histórica como un momento que nunca olvidaremos. El miedo al desabastecimiento que dejó vacías las estanterías de papel higiénico de los supermercados, los aplausos a los sanitarios por un trabajo que aún a día de hoy no se les ha agradecido lo suficiente, las clases online o las reuniones de trabajo con los múltiples programas de videotelefonía que descubrimos a la fuerza, los cursos de cocina acelerados, la gimnasia en el comedor o el estar 24 horas con la familia, la búsqueda desesperada de mascarillas, muchas de ellas confeccionadas en casa, son solo algunos de los momentos que nos vienen a la mente de otra forma de vivir muy diferente de la que estamos acostumbrados en una sociedad marcada por la prisa y la falta de tiempo. Fueron días duros para todos, sobre todo para aquellas personas enfermas o con contagiados en su entorno, que vivieron un auténtico calvario de soledad los afectados y de padecimiento las familias.
También para los trabajadores esenciales y para quienes tuvieron que centrar toda su actividad dentro de cuatro paredes. Algunas personas vieron como se resentía su salud mental, otras se mantuvieron fuertes, pero luego sintieron un gran pavor a la hora de volver a la normalidad. El confinamiento iba a sacar lo mejor de las personas, o eso nos decían, pero como siempre sucede hubo de todo.
Personas que se volcaron en los demás y otras a las que las dominó el miedo y se encerraron en sí mismas. Es difícil hacer un balance de la actuación de las administraciones porque no había una fórmula mágica y había que actuar en base a acción y reacción, pero en general se primó el bien común, que en definitiva no es otra cosa que salvar cuantas más vidas fuera posible. Murieron más de seis millones de personas y otras muchas vieron cambiar su vida.
Solo el tiempo y el estudio de los datos de muertos de cada comunidad autónoma, país o continente nos permitirá valorar los pros y contras de las decisiones tomadas en cada momento. El Barça Los socios del Barça merecen una explicación urgente, clara y verídica del porqué se pagó más de 7 millones de euros a Enrique Negreira, porque la entidad no es de las directivas de cada momento, sino de los abonados y a ellos es a quien primero debe aclararse lo sucedido. Y debe hacerlo rápido porque un club que hace de los valores bandera no puede permitirse dudas sobre su honorabilidad.