EDITORIAL
El campo, patrimonio a preservar
La película Alcarràs, de Carla Simón, ha supuesto para las comarcas de Lleida un baño de autoestima y, a la vez, una muestra de cruda realidad porque reflejaba las dificultades en el sector primario para sobrevivir y con un futuro más que incierto. Ayer este último extremo quedó reflejado con los datos que aportábamos, puesto que Ponent ha perdido más de 350 payeses en solo un año y acabó el mes de febrero con menos de 4.700 agricultores y ganaderos cotizantes en el régimen especial como trabajadores autónomos. Paralelamente, mientras continúa la tónica de que las jubilaciones superan a las incorporaciones de jóvenes al campo, la superficie media de las fincas aumenta, con un creciente interés tanto de las empresas agroalimentarias como de inversión por parte de sectores ajenos que se fijan en el campo para sus negocios.
Esta tendencia se justifica por el hecho de que son necesarios negocios de mayor volumen para conseguir rentabilidad y el agricultor de antaño, con pequeñas fincas que tenían como único objetivo ser el motor económico familiar, ya está cayendo en el olvido.Esta realidad que se impone a pasos agigantados y otras novedades, como el despliegue y la convivencia de las renovables en explotaciones agrícolas y las graves consecuencias de las plagas de conejos en el campo, entre muchas otras, se han analizado estos días en la Fira de Sant Josep de Mollerussa que quedó clausurada ayer. El certamen, que ha llegado a los 150 años de vida, recuperó en esta edición el brillo de los años previos a la pandemia y volvió a registrar cifras espectaculares, así como el beneplácito de buena parte de los participantes. Así, durante los tres días que duró la muestra, el recinto ferial que este año ha ampliado la superficie recibió a más de 140.000 visitantes, mientras que los expositores demostraron su fidelidad al certamen, puesto que buena parte de ellos acuden a Sant Josep desde hace más de diez años, a la vez que la mitad de ellos manifestaron haber visto cumplidas sus expectativas.
Por su parte, la consellera de Acción Climática, Teresa Jordà, alabó certámenes como el de Mollerussa por su efecto directo en el sector primario y su resiliencia en estos tiempos de transformación, tanto para hacer frente a la situación antes citada de abandono obligado del campo por falta de relevo generacional como para evitar los efectos de cambio climático. La realidad, pues, es preocupante, por lo que es necesario incidir en políticas que tengan como principal objetivo preservar un sector básico para la economía leridana e imprescindible para abastecer al resto de Catalunya, así como más allá de sus fronteras. Que la producción obtenga unos precios justos es por supuesto indispensable si no queremos que todas las fincas que tenemos a pocos metros se conviertan en eriales o parques fotovoltaicos.