SEGRE

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La junta de gobierno del Canal d’Urgell tomó el jueves una decisión histórica al acordar el cierre del canal el 25 de abril, solo cuatro semanas después de abrir la campaña de riegos, para tener reservas de agua garantizadas para los abastecimientos y la supervivencia de los frutales. A partir del cierre, que afecta solo al canal principal, todos los cultivos dejarán de regar y quedará “absolutamente restringido cualquier riego en otros cultivos” que no sean frutales (cuya cosecha este año también se perderá si no llueve). El canal reabrirá “periódicamente” para consumo urbano y frutales en fechas todavía por decidir, según avanzó el director general del Urgell, Xavier Díaz.

La falta de lluvias y el fin prematuro del deshielo han dejado los pantanos de Oliana y Rialb (que regulan el agua del Segre) bajo mínimos, y ayer estaban al 13% de su capacidad, con 64 hectómetros. De estos, se considera que 15 son inservibles y 35 deben reservarse para los abastecimientos. Díaz señaló que calculan que el martes las reservas habrán caído por debajo de 60 hectómetros, por lo que “debemos ser garantistas y actuar con responsabilidad” parando el regadío antes de agotar sus reservas.

Hasta el martes, el Canal d’Urgell requerirá a los regantes priorizar frutales, y a los abastecimientos y otros usos, que llenen pantanos y depósitos. Díaz hizo un llamamiento a los ayuntamientos para que extremen el ahorro de agua y apliquen “restricciones de sentido común” como dejar de regar jardines comunitarios para evitar problemas durante los cierres. Si en las próximas semanas llueve, las previsiones podrían variar.

En cambio, el canal auxiliar del Urgell, del que riegan unas 18.000 hectáreas, tiene agua (del Noguera Pallaresa) asegurada hasta septiembre. El presidente del canal, Amadeu Ros, recordó que pedirán a la CHE la declaración del estado de excepcionalidad por sequía y que el día 26, un día después del cierre del principal, se reúne la junta de gobierno de la Confederación y avalará previsiblemente las decisiones del Urgell. La situación del Segre es la más grave, porque Pallaresa y Ribagorçana tienen más reservas, y a ello hemos de sumar el evidente retraso de modernización del Canal d’Urgell, que ya en la crisis de 2008 advirtió que debía acelerarse el proceso de ahorro de agua para dejar atrás el riego a manta y optimizar los recursos.

El Segarra-Garrigues también se ve muy afectado por esta situación y sería lógico y recomendable que se dejara armonizar las aguas del Pallaresa para que el nuevo canal no se viera abocado a una grave crisis justo en sus primeros años. Los primeros 60 años del Canal d’Urgell fueron un desastre que arruinaron a mucha gente y abocaron a dejar las tierras a muchas otras. Han pasado muchas décadas para aprender de los errores y es el momento, aunque llueva a cántaros, de iniciar una nueva cultura del agua.

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