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La consellera de Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà, anunció ayer que el Govern pedirá “como mínimo 1 millón de euros” de indemnización a la empresa Cegos por incidencias que considera graves y muy graves al organizar las oposiciones del sábado pasado, dirigidas a reducir la temporalidad en la administración catalana. “Entendemos que se intente defender de los ataques, pero lo que pasó es injustificable”, dijo ayer sobre la empresa durante una comparecencia a petición propia en la Comisión de Asuntos Institucionales (CAI) del Parlament. Y es que Cegos emitió el jueves un comunicado en el que aducía “incumplimientos” de la administración catalana sobre los que le había advertido y que “no fueron subsanados”.

Excusa de mal pagador al margen, tanto por parte de la empresa como de la Generalitat, es preocupante la falta de mecanismos de control que ejercen las administraciones públicas sobre las privatizaciones de servicios. El gobierno de Catalunya tiene una amplia experiencia en realización de oposiciones y exámenes de toda índole y sería bueno saber quién y por qué se decidió dejar en manos de terceros una tarea tan importante y que afectará la vida de muchas personas (solo en Lleida más de 1.600 personas). A día de ayer ya se acercaban a 3.000 las quejas de afectados y todos los opositores deberán volver a examinarse a principios de julio.

Un despropósito organizativo, se mire por donde se mire.

El cuento de nunca acabarLos fallos, averías, retrasos y precariedad del servicio ferroviario de las líneas convencionales de Lleida en manos de Adif y Renfe, tanto la de la costa como la de Manresa, son un mal endémico que, en lugar de mejorar, se estanca cada día por una incidencia u otra. Ahora, tras quemarse el control de señales automáticas en Gavà, la afectación de la línea R2 se extiende a todos los trenes de la costa, incluidas la R13 y R14 que circulan por Lleida.

Los alcaldes de Les Borges, Juneda, Puigverd, La Floresta y Vinaixa aseguran que llevan muchos años pidiendo más frecuencias de trenes y mejoras en horarios y que estos retrasos actuales, que fueron el primer día de casi hora y media y ayer de unos 37 minutos, no vienen más que a confirmar la dejadez de esta infraestructura. Así, mientras las administraciones se llenan la boca del transporte público como alternativa a la contaminación y al elevado tráfico en carreteras y ciudades, los cimientos de este cambio cultural aún no se han asentado, al menos en lo que a las comarcas de Lleida se refiere, donde un ciudadano tarda más en ir de Les Borges Blanques, Tàrrega o Mollerussa a Barcelona por las líneas convencionales que en AVE a Madrid.

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