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Las lluvias de estos días, todavía tímidas y que no comportan una mejora sustancial de los embalses, y las previsiones meteorológicas hacen albergar esperanzas de que se pueda salvar parte de la producción agrícola, aunque de momento ya se ha perdido todo el cereal de invierno de secano, y los árboles comienzan a dar señales de alarma. La ganadería, en crisis en muchos sectores como el lácteo, no puede permitirse más pérdidas, como no soportarían muchos fruticultores una nueva campaña en blanco como la del año pasado por las heladas y el pedrisco. Además, si el drama de la sequía que nos amenaza no se soluciona, los principales perjudicados no serán los grandes productores, que también sufrirán pero tienen músculo para aguantar, serán las pequeñas y medianas explotaciones, que ya llevan muchos años reivindicando un mayor apoyo a la actividad agropecuaria que ha comportado el progreso de la Plana de Lleida desde hace décadas.

Este es el sentido de la marcha de hoy hasta Barcelona: visibilizar el amplio alcance que tendría para Lleida y Catalunya entera un año en blanco en las arcas de la renta agraria. Lleida tiene 162.873 hectáreas en regadío, el 59% de toda Catalunya. Como ya publicó SEGRE, Agroseguro está peritando las 60.000 hectáreas de cereales de secano, con unas indemnizaciones que ascenderán a 25 millones de euros, según las primeras estimaciones.

Pero son muchos los cultivos que carecen del paraguas del seguro por falta de agua. Estamos hablando de que Lleida cuenta con más de 64% de la superficie catalana del cultivo de trigo, cebada y maíz, cuya producción el año pasado supuso el 67% de Catalunya. En el caso de los forrajes, el valle del Ebro es líder en producción, con Lleida y Huesca a la cabeza.

En la provincia representa 25.800 hectáreas (60% de Catalunya), con 1,386 millones de toneladas (76,32%). Hablamos de un cultivo que necesita de agua y que tiene en la exportación una de sus grandes bazas. Ahora, con la escasez, sus precios se sitúan en niveles mínimos históricos y ahogan la economía de los ganaderos que no tienen pastos para sus animales y deben de complementar su alimentación.

Si por algo es conocida Lleida, tanto en el mercado interior como en Europa, es por su fruta dulce. Sus 6.420 hectáreas de manzanos y 9.318 de perales representan cerca del 70 y del 97% de la superficie catalana. Si hablamos de melocotón, supera el 88% y en nectarina el 94%, con 8.676 y 8.423 hectáreas, respectivamente.

Son solo algunos ejemplos, a los que se pueden sumar el 57% de la superficie de almendros. El sufrimiento de los árboles dispara el temor de los payeses a ver arruinadas sus producciones. Pero los efectos de la pérdida de producción se multiplican cuando se tienen en cuenta la repercusión en cadena en empresas y un amplio abanico de actividades.

Por todo esto, y mucho más, el sector debe recibir más ayudas y apoyo.

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