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La economía de Alemania entró en recesión en el primer trimestre de 2023, según confirmó ayer la Oficina Federal de Estadística (Destatis), que ha revisado a la baja el dato de PIB de los tres primeros meses del año, hasta el 0,3%, en vez del estancamiento estimado inicialmente, lo que supone encadenar dos trimestres consecutivos de caídas de la actividad, después del 0,5% del cuarto trimestre de 2022. Ruth Brand, presidenta del organismo, ha confirmado que, “después de que el crecimiento del PIB entrara en territorio negativo a finales de 2022, la economía alemana ahora ha registrado dos trimestres negativos consecutivos”. De este modo, este país ha registrado el peor comportamiento entre las grandes economías de la eurozona, ya que España e Italia crecieron un 0,5 y Francia lo hizo un 0,2%, mientras que el promedio de la zona euro fue del 0,1%.

Destatis destaca el lastre que para la economía alemana han comportado las fuertes subidas de precios, que se reflejó especialmente en el gasto en consumo final de los hogares, que disminuyó un 1,2% en el primer trimestre de 2023. La alarma que esta cifra comporta viene compensada por el músculo laboral germano. Así, en el primer trimestre del año había 45,6 millones de personas ocupadas en Alemania, lo que supone un aumento de 446.000 trabajadores respecto al año anterior.

En promedio, el número de horas trabajadas por ocupado fue similar al del primer trimestre de 2022, mientras que el volumen de trabajo de la economía en general aumentó un 0,9% en el mismo período. Pese a este último dato positivo, no es una buena noticia para Europa que su principal economía entre en recesión, por lo que la diplomacia política debería esforzarse en poner fin a la guerra en Ucrania, un conflicto estratégico mundial que perjudica a los ciudadanos europeos y que, acabe como acabe, será una gran derrota de las democracias y sus instrumentos en pleno siglo XXI, y cuyo número de muertos, además de imputarse a los delirios imperialistas y dictatoriales de Putin, pesarán también sobre nosotros.

Justicia en los juzgados

Todo el mundo tiene sus razones en las huelgas que han suspendido casi mil juicios este año en los juzgados de Lleida. Los funcionarios piden cobrar más y la administración llega hasta donde puede llegar. Lo que no parece de recibo es que solo un 7% de los trabajadores, los que ya cobraban más (jueces, fiscales y secretarios), hayan logrado más dinero y los que no, un 93%, sean los que no vean atendidas sus demandas. La justicia debe ser justa para empezar en su casa, y eso comporta respetar al débil. Y el más débil, por cierto, es el ciudadano perjudicado por los paros desde hace ya muchos días.

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