EDITORIAL
La política catalana, pendiente del 23-J
El president de la Generalitat, Pere Aragonès, compareció ayer ante los medios de comunicación para reaccionar a los resultados electorales de los comicios municipales y sobre la convocatoria de generales el próximo 23 de julio. El líder de ERC del Govern afirmó que el momento que vive Catalunya es difícil y por ello ha asegurado que tratará de rehacer los puentes entre los partidos independentistas y formar de cara a las siguientes elecciones “un frente democrático para defender Catalunya”, en el que también caben los soberanistas de En Comú Podem y no únicamente partidarios de la independencia, dijo. “El Gobierno de la derecha y extrema derecha que vendrá es un ataque frontal contra los consensos básicos y las instituciones catalanas.
Hay que defender Catalunya, las escuelas y la sanidad, los derechos civiles y políticos de la ciudadanía, la igualdad de todas las personas, el bienestar y la economía, y las instituciones y el derecho a escoger nuestro futuro. Todos estos elementos están ahora amenazados”, aseguró. Ante este escenario, Aragonès considera que las formaciones independentistas y soberanistas tienen tres urgencias: la primera, generar nuevas mayorías para apoyar al Govern y elegir una nueva presidencia del Parlament; la segunda, entenderse en la confección de los nuevos ayuntamientos y, en tercer lugar, preparar una respuesta electoral para el próximo 23-J.
En este sentido, Aragonès no se pronunció sobre la opción de la lista conjunta independentista que en las últimas horas había propuesto Junts. “Que yo me pronuncie ahora por una opción sería un error”, dijo el president, sin cerrar la puerta a nada. “Voy a ayudar a encontrar estos espacios de diálogo para volver a generar confianzas”, prometió, y recetó “unidad, generosidad y firmeza”.
Si la política española vive momentos complicados, tanto por el descalabro del PSOE como el de Podemos y su nueva marca, la de Yolanda Díaz, que tampoco parece entusiasmar al electorado español, Catalunya le va a la par. Aquí la amenaza del PP y de la extrema derecha es mucho menor, pero la entente entre Junts y ERC parece más que difícil. Por una parte, el electorado ha castigado con la abstención las guerras internas y externas de ambas formaciones (han perdido más de 340.000 votos, la mayoría de ERC) y la falta de empatía entre sus líderes máximos, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, alberga pocas esperanzas de rehacer las relaciones, al menos en la Generalitat.
Y tampoco parece factible una estrategia común en Madrid. De todas formas, tanto Esquerra como Junts esperarán a que pasen las elecciones generales para definir sus estrategias de futuro. Porque si bien ambos prefieren un gobierno de centro-izquierda con el PSOE a la cabeza, las hojas de ruta, tempos y contraprestaciones de este apoyo a Sánchez no son hoy por hoy unificables ni parejas.