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EDITORIAL

La hora de los pactos por el bien común

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A la espera de que el viernes se oficialicen todos los resultados de las elecciones municipales del pasado domingo, llega el momento de los pactos y del diálogo en todos aquellos ayuntamientos en los que ninguna formación ha conseguido la hegemonía, que en esta ocasión han sido muchos. Ante esta evidencia, la ley es muy clara: si nadie logra mayoría absoluta en primera vuelta (el día que se constituyen los ayuntamientos el próximo 17 de junio), en la segunda vuelta será alcalde o alcaldesa el candidato o candidata de la lista más votada. Una normativa que prima, como no podía ser de otra manera, la voluntad mayoritaria de los vecinos, depositada en las urnas el día 28.

Una vez recordado esto, es evidente que cada partido o formación puede buscar alianzas para obtener el gobierno, aunque debería haber líneas rojas que sería conveniente respetar. La primera es numérica y pondremos el ejemplo de Lleida ciudad, donde nadie entendería que, aunque Fèlix Larrosa se haya quedado lejos de la mayoría absoluta, que en la Paeria es 14 al tener 27 concejales, sus 9 representantes no le bastaran para ser el próximo alcalde de la ciudad, ya que ERC, Junts y PP solo obtuvieron 5 cada uno. La segunda es ética, porque tampoco sería respetar la voluntad popular que el PSC formara gobierno con el PP, asegurándose así la mayoría absoluta, porque las diferencias ideológicas entre ambos partidos son tantas que sería muy complicado construir la comunidad progresista y socialmente igualitaria que está en el programa socialista. Y lo que vale para la capital del Segrià es aplicable a la capital catalana y al pueblo más pequeño de Lleida, porque, si bien es cierto que en los municipios con pocos habitantes se vota a las personas más que a las siglas, también lo es que cada marca tiene unas prioridades sociales y económicas distintas que son muy difíciles de aunar, por muy buena voluntad que pongan sus integrantes. El bien común es sagrado, o debería serlo, para los políticos del Congreso y del Parlament de Catalunya, pero la política local no está exenta de ideario.

Llueve, hora de hablar de agua

Ya hemos dicho en diversas ocasiones que hay que sentar las bases de la nueva cultura del agua cuando los pantanos están llenos y no cuando la sed aprieta y amenaza los cultivos por falta de regadío. Las últimas precipitaciones han aliviado algo la sequía pertinaz que padecemos y, aunque no se salvará la cosecha de cereales de invierno y muchas producciones de todo tipo padecerán la falta de lluvias y hay que articular y concretar las ayudas prometidas, es necesario seguir teniendo como prioridad absoluta la modernización y digitalización de los regadíos y evitar el desperdicio de agua.

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