EDITORIAL
De la macro a la microeconomía
Ayer dábamos cuenta en esta misma sección de los buenos resultados de la economía catalana, con un crecimiento del 2,9 por ciento en el primer trimestre del año, lo que es superior a la media europea. Son datos muy favorables que, en conjunto, nos benefician a todos, pero no dejan de ser porcentajes que atañen a la macroeconomía. Este preámbulo viene a cuento por la paradoja que supone comparar estas cifras con las que atañen a las personas más desfavorecidas.
Y es que esta misma semana, Càritas de las tres diócesis leridanas presentaron su balance sobre sus actividades sociales referentes al pasado ejercicio, y sus responsables coincidieron en definir la situación como “inquietante”. No es de extrañar esta calificación puesto que las tres delegaciones atendieron a un total de 7.413 personas de forma directa, lo que supone casi 300 más que en el ejercicio anterior. A esta cifra más que preocupante cabe sumar los casi 16.400 ciudadanos y ciudadanas que se beneficiaron de ayudas de diferentes tipos, con lo que el montante que Càritas dedica a estos fines solidarios se ha visto aumentado en un 30 por ciento en solo tres años, llegando a los casi 7,2 millones en 2022.
En este sentido, hay dos aspectos que destacan en el balance presentado y que nos deben hacer reflexionar como sociedad: por un lado, que se cronifican tanto la pobreza como la exclusión social, con los problemas de todo tipo que conllevan estas situaciones. Y, por el otro, que muchas familias, pese a trabajar sus miembros o parte de ellos, no llegan a fin de mes ante el aumento de precios de productos de primera necesidad, especialmente los alimentos. Que Càritas y sus admirables voluntarios trabajen y dediquen sus esfuerzos a intentar revertir la situación de miles de personas es más que admirable, pero es labor de todos, desde las administraciones hasta cualquier ciudadano de a pie, intentar aportar aunque sea un grano de arena para ayudar a los más necesitados.
Solo mejorando la calidad de vida de la sociedad en general podemos estar satisfechos y ver que los esfuerzos dedicados a ello tienen la merecida recompensa. Operación EsperanzaSi la jornada de ayer dejó una gran noticia no fue otra que el hallazgo con vida y rescate de los cuatro niños indígenas colombianos que estaban perdidos desde el pasado 1 de mayo en la selva amazónica tras el accidente del avión en el que viajaban junto a su madre, el piloto y otro adulto. Cuarenta días después, tras una intensa búsqueda por parte de militares e indígenas conocedores de la zona, en una operación acertadamente bautizada como Esperanza, los cuatro hermanos, de edades comprendidas entre 1 y 13 años, fueron localizados en buen estado de salud.
No ha sido un milagro pero casi.