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EDITORIAL

Larrosa apuesta por un cambio de rumbo

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El socialista Fèlix Larrosa fue investido ayer alcalde de Lleida al ser el cabeza de la lista ganadora en las elecciones municipales, ya que los miembros de cada grupo votaron a sus respectivos candidatos, por lo que ninguno alcanzó la mayoría absoluta de 14 votos. Larrosa vuelve así a asumir la alcaldía a través de las urnas, tras su corta etapa en el cargo entre agosto de 2018 y junio de 2019 tras la marcha de Àngel Ros. Gobernará en solitario, con 9 concejales, por lo que necesitará el apoyo de otros grupos, básicamente de PP, ERC y Junts, cada uno de ellos con cinco concejales, que sumados a los del PSC dan la mayoría absoluta.

Ante esta situación, los dos ediles de ultraderecha de Vox y la del Comú tendrán pocas opciones de ser decisivos. Larrosa centró su primer discurso como alcalde en este mandato en tres ejes: que las personas sean el centro de la acción de gobierno, reforzar la capitalidad de Lleida y garantizar una ciudad “ordenada, limpia y segura”, cuestiones estas últimas que han centrado las críticas al anterior gobierno. También subrayó que escuchará tanto a los concejales como a los ciudadanos, que su gobierno estará “al pie de la calle” y que apuesta por un “liderazgo fuerte y estable”, dos ámbitos en los que también quiere marcar de inicio diferencias con su antecesor, Miquel Pueyo.

Larrosa anunció que en breve presentará las primeras 100 medidas de gobierno que deben servir para empezar a concretar estas intenciones. Con toda seguridad, parte de ellas podrá ponerlas en marcha ejerciendo sus potestades como alcalde, sin embargo, otras dependerán de que consiga el respaldo suficiente en el pleno, ya sea para aprobar nuevas normativas o para que tengan la dotación presupuestaria indispensable. Ayer, el portavoz del PP, Xavi Palau, ofreció “mano tendida para acuerdos de ciudad”, pero recordó de nuevo sus prioridades, entre las que figuran la seguridad y la lucha contra las okupaciones.

Mientras, las portavoces de ERC y Junts, Jordina Freixanet y Violant Cervera, respectivamente, también apuntaron que harán una oposición constructiva y abierta a llegar a acuerdos, pero precisaron que defenderán los proyectos y líneas de trabajo que han desarrollado en el gobierno en los últimos cuatro años, lo que puede dificultar pactos con un nuevo ejecutivo local que apuesta por cambios importantes en la línea seguida hasta ahora, como visibilizó Larrosa en su intervención tras ser investido. Este admitió que la unanimidad es casi imposible, pero mostró su confianza en llegar a consensos a través del diálogo. La próxima semana quedará algo más claro con qué grupo resulta más factible, ya que al negociar el cartapacio deberá optar entre conceder el estatus de jefe de la oposición a Palau, como reclama este al ser el segundo partido más votado, o no, como piden ERC y Junts al tener los mismos ediles y ser muy pequeña la diferencia de sufragios.

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