EDITORIAL
La educación, una prioridad de país
Ha habido muchas discusiones políticas que en los últimos años han acumulado tensiones en Catalunya, desde los límites de la autonomía y el reclamado referéndum de independencia y todo el procés y sus heridas, hasta los impuestos y el déficit fiscal, las infraestructuras y las inversiones, que, gobierne quien gobierne en la Moncloa, siempre se quedan muy por debajo en ejecución de lo presupuestado. Podríamos seguir con Rodalies y las carencias ferroviarias que afectan gravemente a Barcelona, pero que también lastran el crecimiento y el bienestar ciudadano de las comarcas de Lleida, que tardan menos en ir a Madrid en alta velocidad que a la capital catalana por las líneas de Manresa o la costa. Aeropuertos y puertos, siempre con hojas de ruta diseñadas por el Gobierno central, políticas agroganaderas y medioambientales, etc.
De todos los debates públicos que enfrentan o confrontan a las diferentes ideologías que concurren a las urnas en nuestro país, solo hay un tema que tiene el consenso mayoritario de las sensibilidades representadas en el Parlament de Catalunya, y este no es otro que la lengua y el valor integrador cultural y social de la inmersión lingüística en las escuelas catalanas. Solo PP, Cs y Vox quedan al margen de esta sensibilidad y el discurso de la nueva consellera de Educación, Anna Simó, ayer en el Parlament entronca muy bien con este modelo que ha funcionado como primer eslabón de integración social y cultural, pero que a día de hoy tiene muchas carencias, tanto presupuestarias como de adaptación a las nuevas realidades sociales y lingüísticas de la Catalunya de hoy. El anterior conseller pecó de falta de diálogo con la comunidad educativa, que es la que mejor conoce las necesidades de los alumnos y los propios docentes.
La apuesta de Cambray de cambios por decreto se ha demostrado ineficaz y las palabras de reorientación del departamento de ayer son una buena noticia. La escuela forma personas al mismo tiempo que inyecta conocimientos y de su éxito o fracaso depende buena parte del futuro de estos estudiantes y, por supuesto, del país. La lengua catalana está amenazada en Valencia y las Baleares tras los pactos del PP con Vox y, pase lo que pase el 23-J en las elecciones españolas, los partidos catalanes deben hacer un esfuerzo para mantener intacta esta defensa del modelo, pero con más recursos, sin vaivenes legislativos y en comunión con toda la comunidad educativa.
Los grupos parlamentarios, los sindicatos y profesorado deben ir a la par en esta defensa de nuestra lengua, que debe ir acompañada siempre de la calidad y mejora de los conocimientos del alumnado, hoy en franco retroceso. Los datos de todos los estudios de comprensión lectora, de matemáticas y del propio informe Pisa muestran un empeoramiento del nivel, debido a la falta de presupuestos para asumir la diversidad lingüística y realidad social de Catalunya.