EDITORIAL
Agua para asegurar los riegos
“No hay mal que por bien no venga” es un refrán que resulta útil para referirse a las fuertes tormentas que cayeron en numerosos municipios de Lleida durante la tarde y la noche del jueves. Hubo intensas granizadas en varias localidades del Pirineo, inundaciones en bajos y locales públicos, caída de árboles, cortes de luz y afectaciones a la circulación en al menos cuatro carreteras, entre ellas la N-230, la C-13 y la N-145. Ahora bien, por otro lado, estas precipitaciones apuntalan la mejora de las reservas de los pantanos de la cuenca del Segre tras las lluvias de las últimas semanas.
Ayer mismo, en la comisión de desembalse de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se acordó que la comunidad de regantes del Canal d’Urgell pasará a disponer de cara a este mes de julio de 50 hectómetros cúbicos para riego, mientras que la del Segarra-Garrigues contará con 8 hm³. Así pues, la nueva dotación multiplica por cuatro la que estaba vigente hasta ahora, que solo permitía un riego de supervivencia para los frutales. Es una buena noticia, después de que la gran sequía durante el invierno y buena parte de la primavera obligara a que el Canal d’Urgell tuviera que cerrar a finales de abril, algo inédito en toda su historia, y a que poco después se le sumara el Segarra-Garrigues.
Pero lo sucedido no debe caer en saco roto. Es indispensable modernizar ya todos los riegos, porque todo apunta a que el cambio climático comportará que los episodios de sequía, las olas de calor o las tormentas violentas sean cada vez más habituales.Francia, peor que en 2005La muerte de un joven de 17 años al ser disparado a bocajarro por un policía el martes en las afueras de París ha provocado una oleada de disturbios en el país vecino –con múltiples comercios y locales públicos saqueados e incluso incendiados y 875 detenidos solo la noche del jueves al viernes– que son muy similares a los que vivió en octubre de 2005, también a causa de la muerte de sendos jóvenes de 15 y 17 años electrocutados al esconderse de policías que los buscaban en un transformador. El suceso que ha generado los altercados tuvo lugar el martes, cuando dos agentes perseguían a Nahel, de raza negra, que había cometido infracciones de tráfico al volante de un coche de alquiler que conducía sin carnet y lograron hacerle parar en un atasco.
El que disparó aseguró que lo hizo porque el joven puso en peligro su integridad al acelerar en lugar de apagar el motor, pero grabaciones de testigos le desmienten. Un exceso policial que debe ser castigado y una reacción excesiva que ilustra los riesgos de no afrontar una desigualdad social creciente de la que saca provecho político la extrema derecha, como demuestra el progresivo avance de Marine Le Pen.