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Convocar elecciones en pleno verano tiene consecuencias para los ciudadanos que habían previsto viajes durante julio y que, conscientes de la trascendencia de estas elecciones, quieren ejercer su derecho al voto. La solución es el voto por correo, al que en otras convocatorias se concede escasa trascendencia y que en esta ocasión se ha convertido en motivo de debate: primero por el notable incremento, que también era previsible, de ciudadanos que han recurrido a esta forma de participación y, en segundo lugar, por las insinuaciones del candidato del PP sobre posibles irregularidades y el llamamiento “a los carteros a que desobedezcan a sus jefes y entreguen todos los votos”. Una insinuación que posteriormente ha matizado Núñez Feijóo, que fue director general de Correos y conoce todas las garantías del sistema y la profesionalidad de su personal, pero que ha servido para alimentar críticas y sospechas en una estrategia claramente trumpiana. El voto por correo en España es un mecanismo perfectamente regulado, que si resulta farragoso es precisamente por su garantismo tutelado por la Junta Electoral y que solo ha provocado polémica en las últimas municipales por supuesta compra de votos en Melilla que tenía que contar con la aquiescencia del votante y no empañaba la transparencia del proceso.

Otra cuestión es que en esta campaña parte del personal de Correos, entre un 20 y un 25 por ciento de la plantilla, esté de vacaciones y ha habido un aluvión de peticiones de voto por correo, en torno a los 13.000 electores en Lleida y 2,5 millones en España, lo que representa un 8 por ciento del censo y un incremento de más del 55 por ciento con respecto a las últimas elecciones generales, y que probablemente el personal de Correos se haya visto desbordado para tramitar las peticiones primero, enviar todas las papeletas después y recoger más tarde los votos para llevarlos a cada mesa electoral donde se añadirán el domingo 23 a los votos presenciales. Se justifican desde Correos explicando que en algunas circunscripciones como en Barcelona los recursos judiciales presentados por algún partido cuyos avales no habían sido aceptados ha aplazado unos días el envío de las papeletas a los electores, pero se han tomado medidas para subsanar el retraso. Así, se han contratado 20.400 personas de refuerzo, se ha ampliado el horario de Correos hasta las diez horas y se habilita hoy y mañana para los trámites para que antes del jueves 20, tres días antes de la cita con las urnas, estén depositados los votos por correo.

Se puede hablar de falta de planificación o de no haber previsto el aluvión de votos solicitados, pero no deberían hacerse insinuaciones sobre la transparencia o la limpieza del proceso o alimentar dudas entre los ciudadanos de que no llegarán a tiempo para votar. Es una forma de ensuciar la campaña que delata a los mismos que la propagan.

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