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El PP ganó las elecciones, pero con un margen mucho más estrecho de lo esperado por sus dirigentes y militantes y de lo anunciado por la mayoría de las encuestas, pero tendrá difícil gobernar porque aún contando con los diputados de la ultraderecha queda lejos de la mayoría absoluta. Las urnas han vuelto a arrojar un panorama tan complejo como abierto en el que nada es descartable, ni la repetición de pactos de fuerzas de izquierda y nacionalistas en torno a Sánchez e incluso una repetición de elecciones porque no es imaginable que Núñez Feijóo consiga más apoyos entre fuerzas minoritarias si pacta con Vox, mientras que Sánchez sí podría llegar al tope de 176 pactando con grupos que le han dado apoyo en algún momento de la legislatura cerrada. La primera lectura de estos resultados es que vuelve el bipartidismo, que el PP y el PSOE recuperan el espacio que habían perdido en elecciones anteriores en beneficio de los que se presentaban como nuevos partidos y los dos se han aprovechado del voto útil, pero ha sido la formación de Núñez Feijóo la gran beneficiada de este voto útil porque arrebata más de un tercio de los diputados que tenía Vox, se lleva prácticamente todos los que tenía el desaparecido grupo de Ciudadanos y además mejora en Catalunya a remolque del aumento de la abstención.

También el PSOE se beneficia de este voto útil y gana alguno de los diputados que ha perdido la izquierda en su transformación de Podemos en Sumar. Una segunda lectura pasa por la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez, que mejora resultados con respecto a la legislatura anterior, gana diputados y aún tiene posibilidades de articular una mayoría alternativa. En Catalunya, como se preveía el panorama ha sido muy diferente y el PSC ha recuperado la hegemonia que no había conseguido desde 2008 con Carme Chacón y consigue 19 diputados, siete más de los que tenía, aumentando un 14 por ciento sus votos.

Pero su éxito se ve empañado porque también el PP mejora espectacularmente sus resultados doblando votos y triplicando los dos diputados que tenía, beneficiado porque la participación en Catalunya fue sensiblemente inferior a la media del Estado y cuatro puntos menor que la de hace cuatro años. Los posibles votantes independentistas se quedaron en casa o en la playa y la gran perjudicada es ERC, que vuelve a perder la mitad de votos y casi de diputados, se queda con siete frente a los trece que tenía. También retrocede Junts, que pierde un escaño y se queda con 7 y peor le han ido las cosas a la CUP que se queda sin sus dos diputados.

Unos resultados que podrían propiciar novedades en el panorama político catalán. Donde no ha habido sorpresas es en Lleida, donde el PSC gana y logra dos diputados dejando fuera al PP. Otra vez una victoria amarga o una dulce derrota con el gobierno en el aire y la amenaza real del bloqueo y la repetición electoral.

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