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EDITORIAL

Muy difícil para Sánchez, nada fácil para Junts

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A medida que pasan las horas, se antoja cada vez más improbable que Alberto Núñez Feijóo pueda gobernar a pesar de que el PP haya ganado las elecciones. La posibilidad de que al menos otro grupo se sume al previsible apoyo de Vox y los dos diputados de UPN y CC es como la cuadratura del círculo. Otra opción es que el PSOE se abstuviera y le permitiera gobernar en minoría sin el respaldo de Vox, que seguro que sería la preferida por determinados poderes económicos y por exdirigentes socialistas como Felipe González.

Sin embargo, la gran división entre dos bloques que han evidenciado estas elecciones lo hace inviable porque comportaría el resquebrajamiento del partido. Así pues, todo apunta a que sólo Pedro Sánchez está en condiciones de evitar la repetición de los comicios si es capaz de lograr el apoyo –aparte de reeditar el gobierno de coalición de izquierdas, esta vez con Sumar– de ERC, Bildu y PNV, con los que se ha entendido en la última legislatura, y añadir además el de Junts per Catalunya. Son muchas las voces que opinan que puede conseguir lo primero sin grandes dificultades.

Con todo, no hay que obviar que las condiciones han cambiado después de lo sucedido este domingo. Combinar los acuerdos con Bildu y el PNV no será fácil después del histórico sorpasso del primero al segundo. En el caso de ERC, que ha perdido casi la mitad de su representación al pasar de 13 a 7 diputados, seguro que pedirá garantías de que cuestiones como la mesa del diálogo o el fin del déficit fiscal no queden en meras buenas intenciones, cuestiones que a su vez pueden resultar muy difíciles de digerir por el propio PSOE en el resto de España.

Y si finalmente supera estos escollos, le quedará el más difícil todavía: lograr que los 7 diputados de Junts decidan como mínimo abstenerse, ya que tendrían la llave de la investidura. Es utópico pensar que Sánchez pueda asumir las condiciones de una amnistía y un referéndum para la independencia de Catalunya que pusieron sobre la mesa ayer los dirigentes de la formación de Carles Puigdemont. Junts insiste en que no está interesada en la estabilidad de España, sino todo lo contrario.

Ahora bien, ¿hasta qué punto esta actitud puede jugar a favor o en contra de sus postulados independentistas? En estas elecciones, en las que las entidades soberanistas más radicales propugnaron la abstención al considerar que ERC, Junts e incluso la CUP son demasiado blandos ante el Estado, la participación en Catalunya bajó más de 4 puntos, y hubo 359.000 votantes menos que en 2019. Pero la cuestión es que los partidos independentistas perdieron 697.000, casi el doble, lo que implica que electores que hace cuatro años les dieron su confianza ahora han considerado más útil dar su voto a otras fuerzas, fundamentalmente al PSC, que ha logrado una clara victoria. Habrá que ver qué sucede si finalmente Junts apuesta por el bloqueo.

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