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El diabólico rompecabezas que han implicado las urnas del domingo deja como imposible, si no hay un cambio sideral en partidos como el PNV o el PSOE, la investidura de Feijóo, pero plantea como posibilidad un acuerdo de la izquierda y los nacionalismos en torno a Sánchez que permitiría su continuidad en la Moncloa. Para conseguirlo, el PSOE necesitaría además del apoyo de Sumar, que se da por descontado y se ha apresurado a designar un negociador, los votos de ERC, Bildu y el Bloque Galego, difíciles pero negociables porque ya han votado juntos en la legislatura pasada y ha sido uno de los latiguillos de la derecha. Suman 167 que no llegan a empatar los 169 de PP y Vox, pero Sánchez puede negociar también con PNV, y serían 172, con lo que ya superaba a la derecha y puede ser investido en segunda votación.

si consigue al menos la abstención de los siete diputados de JxCat. A tenor de los argumentos de campaña, parece imposible porque tanto Puigdemont como sus candidatos han repetido hasta la saciedad que les daba igual Feijóo que Sánchez y que los dos habían sido igual de perjudiciales para Catalunya y por parte socialista parece arriesgado que Sánchez acceda a negociar con quien ha sido considerado desde Madrid como enemigo público número 1 de la unidad española y que además está fugado de la justicia. Parece un galimatías de imposible solución, pero la política es el arte de lo posible y a veces exige pactar y negociar con quien se comparten pocas cosas.

A la vista de los posicionamientos previos y de las condiciones reclamadas por unos y otros, el nudo gordiano de la posible investidura está en JxCat y evidentemente la decisión final corresponderá a Carles Puigdemont y los puntos de partida ya están sobre la mesa: JxCat ha pedido la amnistía y la autodeterminación, mientras que los socialistas avisan que cualquier negociación ha de estar dentro del marco constitucional. O sea que de momento están en los dos extremos y que hará falta mucha imaginación para llegar a un punto de encuentro. Pero ya han surgido voces en Junts, como la del mismo Trias afirmando que no hay que decir de entrada no a la investidura y pide una negociación seria y otros advierten que el independentismo está en su peor momento porque han perdido votos ERC, Junts y hasta la CUP, y hay cuestiones a negociar.

No parece fácil que Madrid acepte la autodeterminación cuando el respaldo de Junts ha quedado en 400.000 votos, ni que pueda tramitarse la amnistía saltándose los marcos legales y las interpretaciones judiciales, pero sí hay un margen de negociación si las dos partes muestran cierta flexibilidad. Y sobre todo, si valoran las posibles consecuencias de no llegar a un acuerdo, con la amenaza de nuevas elecciones y la posibilidad de que todo es susceptible de empeorar. Nadie puede pensar que será fácil el acuerdo, pero mientras sea posible hay que negociar.

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