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Catalunya ha vivido muchas Diadas históricas, desde la primera conmemoración de los hechos de 1714, cuando Catalunya perdió sus fueros a manos de las tropas borbónicas, y que fue una sencilla misa en la iglesia de Santa Maria del Mar el 11 de septiembre de 1886. Asistieron importantes personalidades del catalanismo de la época como el dramaturgo Àngel Guimerà o el político Valentí Almirall. En 1888, aprovechando la inauguración de la Exposición Universal en Barcelona, se instaló una estatua dedicada a Rafael Casanova ante el Arc del Triomf, que se convirtió en punto de referencia de todo tipo de actos reivindicativos.

En el año 1891, la entidad Foment Catalanista organizó la tradicional vigilia en honor a los mártires de 1714 en Barcelona y muy pronto otros pueblos y ciudades se sumaron con actos como misas, conferencias, discursos, obras de teatro, cantos y lecturas de poemas. Con la proclamación de la Segunda República adquirió un carácter más institucional y político, y al mismo tiempo disfrutó de una gran participación popular. La de 1931 y la de 1932 estuvieron marcadas por el Estatut de Núria, mientras que la de 1934 se hizo en medio de los conflictos generados por la Ley de contratos de cultivo y la de 1935 estuvo afectada por el encarcelamiento del Govern de Lluís Companys y la suspensión de la autonomía catalana.

El franquismo la prohibió y tras la restauración democrática un acto masivo en Sant Boi de Llobregat, el 11 de septiembre de 1976, agrupó a los partidos y sindicatos catalanes. El año siguiente se pudo hacer la primera manifestación en Barcelona, que reunió a un millón de personas bajo el lema “Llibertat, amnistia i estatut d’autonomia”, que tuvo consecuencias políticas casi instantáneas: el 29 de septiembre se restableció la Generalitat de Catalunya y el 15 de octubre se aprobó la Ley de amnistía política y el nuevo Estatut en 1979. La Diada de l’Onze de Setembre fue declarada Fiesta Nacional catalana en el año 1980, con la recuperación de la democracia (Ley 1/1980, de 12 de junio).

El actual ciclo soberanista arrancó con la masiva manifestación, reclamando el derecho a decidir, de julio de 2010 (tras los recortes impulsados por el PP al Estatut del 2006) y todas las Diadas sucesivas, hasta día de hoy, han tenido un marcado carácter independentista que han ido escenificando el músculo político de las aspiraciones catalanas de poder votar en las urnas su futuro. Ahora, de nuevo el 11 de Setembre tiene otra cita con la historia porque la investidura de Pedro Sánchez está en manos de ERC y Junts y de las decisiones que adopten, tanto socialistas como nacionalistas catalanes, dependerá el inmediato futuro de esta Catalunya plural y resiliente que volvió ayer a salir a la calle. Son muchas las sensibilidades a converger y los políticos tienen la responsabilidad de buscar una salida en la que la mayoría se sienta cómoda.

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